100 años de Colombes: Aquel tiempo cuando los hinchas de Nacional y Peñarol concurrían mezclados a las mismas tribunas y taludes del Estadio Centenario (nota 59)

Martes 10 de junio de 1924. Portada del diario El Día. La publicación de José Batlle y Ordóñez, fue el único periódico que cubrió el campeonato mundial de fútbol, en la VIII Olimpiada, con un enviado especial. Lorenzo Batlle Berres, sobrino de Don Pepe, viajó como un integrante más de la delegación. Así comenzó la cobertura después de la sensacional victoria.

Los episodios ocurridos en el último enfrentamiento entre Nacional y Peñarol del pasado domingo 6 de julio de 2025, generaron todo tipo reuniones entre las autoridades gubernamentales, policiales, de las Asociación Uruguaya de Football y los clubes involucrados. Las radios y la televisión, como corresponde, difunden las noticias, las que se amplifican a raíz del infortunio del agente del orden herido por una bengala náutica lanzada por un hincha inconsciente a quien, increíblemente, la policía no logra identificar. Transcurrió más de un mes del episodio y la policía no logró encontrar al ejecutor de semejante atentado. Lo peor es que no van a dar con su paradero…

Para los jóvenes de hoy…

El autor de estas crónicas colaboró en gran medida con el libro escrito por el Dr. Rodolfo Sienra Roosen (14/09/1940 – 18/05/2012), un ser humano encantador, titulado “Entre el cielo y el infierno”. Fanático hincha del Club Nacional de Football, presidió a la institución de su eterno amor entre 1983 y 1985, habiendo sido secretario general de la durante la conducción de Dante Iocco.

En el referido volumen el Dr. Sienra reflejó en sus páginas la etapa de la adolescencia y juventud cuando concurría a la tribuna Olímpica con los muchachos de su misma generación. Sin saberlo, “Cucho”, como lo apodaban, reflejó aquel tiempo cuya crónica rescatamos transcribiéndola a continuación:

“La segunda vez que concurrí al fútbol fue mi primer clásico.  ¡Cómo voy a olvidarlo! Recuerdo haber concurrido con mi padre, mi primo –que más que primo fue siempre mi hermano –Juan José Amézaga, y un amigo de este último, compañero suyo en el Elbio Fernández. A pesar que el clásico se jugó un domingo de lluvia, las tribunas estaban repletas de aficionados de Nacional y Peñarol, todos juntos, sin ningún tipo de problemas, custodiados por los policías que se encontraban en las tribunas, dispuestos a intervenir en caso de que algún hincha se fuera de tono y elevara la voz manifestando ‘palabrotas’ ofensivas como en aquel tiempo se les decía a las malas palabras.

Nacional iba perdiendo. Yo no podía admitir que en esa confrontación esplendorosa, magnífica, vibrante y emocional que siempre constituye un clásico, Nacional perdiera. Sobre el final del partido, Mandrake Castro, sobre el arco de la Ámsterdam, hizo el gol del empate. Con el gol explotó el estadio. Los hinchas de Nacional nos paramos a festejar como electrizados porque la igualdad consagraba campeón a los albos, como lo llamábamos entonces. Los fanáticos de Peñarol permanecieron en sus asientos. Luego de un par de minutos todos volvió a la normalidad. Continuó el partido, festejamos el título y la multitud abandonó las instalaciones en paz, en medio de la presencia de los policías que controlaban la seguridad en la tribuna Olímpica”.

Reflexiones

Así se vivían los clásicos entre Nacional y Peñarol. Con los aficionados de Nacional y Peñarol mezclados en las tribunas, sin separación de parcialidades. Eran fiestas, donde los ganadores “gastaban” a los perdedores con buena onda y si empataban, como en este caso con Nacional campeón uruguayo, los festejos mesurados y civilizados ponían punto final a la jornada.

Muy clara queda la diferencia entre el pasado y el presente. Un ayer donde los hinchas de ambos clubes asistían civilizadamente mezclados a presenciar los partidos. Y si alguien se desbordaba, inmediatamente llegaba el policía que, tocando con el bastón al exaltado, restablecía el orden.

Claro no existían “los barras bravas” que hoy se han apoderado de los clubes, desplazando a los dirigentes y dominando todos los ambientes de las instituciones, incluyendo la compra y venta de jugadores.

Carátula del libro “Entre el cielo y el infierno” escrito por el Dr. Rodolfo Sienra Roosen, presidente del Cllub Nacional de Football entre 1983 y 1985.

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