Pase de Forlán y gol de Rocha. Cuando la Celeste fue vencida por sus propios ídolos

Rocha toca la pelota con calidad al fondo de la red. Su gesto lo dice todo. Santos y Masnik palpitan el desenlace, impotentes.

Sucedió el 11 de mayo de 1974 en un colmado estadio Centenario.

El seleccionado uruguayo se encontraba en la recta final de su preparación de cara a la disputa de la Copa del Mundo de Alemania.

Si bien todavía buscando su mejor forma, tres días atrás había vencido 2-0 a Irlanda en el mismo estadio con doblete de Fernando Morena, aunque los resultados en amistosos no venían siendo demasiado auspiciosos en general (se contaban, por ejemplo, derrotas ante la novata selección de Australia y la aún hoy debilísima representación de Indonesia en una gira previa).

Para ese nublado sábado, entonces, estaba pactado un amistoso ante el San Pablo brasileño, a quien la Asociación Uruguaya de Fútbol le había solicitado la rápida cesión de sus dos estrellas orientales, Pablo Forlán y Pedro Virgilio Rocha, para competir en Alemania.

Producto de ese intercambio, surgió la idea de aceptar la propuesta celebrando un amistoso preparatorio entre ambas escuadras.

Morena, esperanza de gol celeste.

Para Uruguay era negocio: obtenía la cesión de sus promocionados cracks y, a su vez, disputaría un match de primer nivel ante el club brasileño, que acumulaba un invicto de 18 partidos y que sería vicecampeón de la Copa Libertadores de América poco tiempo después.

A decir verdad, estaba todo avanzado, incluso el “Boniato” Forlán había jugado los 90´ ante Irlanda con la celeste en el pecho.

Sin embargo, aquí llega lo curioso.

Cuando San Pablo arribó a Montevideo el día 9, recibió el contacto de la A.U.F. que, de forma lógica, le solicitaba que tanto el mercedario como el salteño defendieran al combinado o que, en su defecto, lo hicieran 45´ con cada camiseta. Razonable.

Pero no. A pesar de contar con algunas bajas, le delegación paulista contestó con un rotundo no y avisó que sus dos futbolistas charrúas actuarían como titulares por los brasileños.

Forlán, parado y al extremo derecho, y Rocha, hincado al centro, posan con el San Pablo.

Evitando escalar la situación en un momento delicado previo al Mundial, los dirigentes celestes aceptaron, a regañadientes, la negativa.

Forlán pasaba de salir de la preparación uruguaya con el seleccionado directamente a reencontrarse con sus compañeros de club y de medirse contra aquellos a los que había acompañado hasta unas pocas horas antes. Insólito.

Rocha aún no se había agregado al núcleo definitivo oriental, pero es que el “Verdugo” no era un jugador más. A pesar de su veteranía, seguía siendo junto a Luis Cubilla y Ladislao Mazurkiewicz la cara más representativa de los nuestros por trayectoria y destaque con la malla tetracampeona del mundo.

A esas alturas, el salteño cargaba con una mochila llena de gloria en Peñarol, el fútbol brasileño y el combinado, habiendo sido el artífice del título de campeón de América de Uruguay con su gol al seleccionado argentino en 1967 y sumando tres Copas del Mundo disputadas (Chile 1962, Inglaterra 1966 y México 1970) y siete cotejos por ese tipo de certámenes. No solo eso, era uno de los capitanes del conjunto comandado por Roberto Porta y contaba en su haber con casi 50 partidos oficiales vestido de color cielo. Curiosamente y no tan curiosamente, era el capitán del San Pablo.

Segunda final de la Libertadores 1974 en Argentina. Dos capitanes y un juez uruguayos: Pavoni (Independiente), Rocha (San Pablo) y Ramón Barreto. El «Chivo» y el «Daro» también se enfrentaron el 11 de mayo de 1974 en Montevideo.

Pero lo más importante de todo es que Rocha era, además, uno de los mayores ídolos uruguayos desde hacía muchos años y un representante de primer nivel ante el mundo.

Forlán tampoco era un cualquiera. Ya tenía sobre sus espaldas 12 partidos oficiales, un título de campeón de América de selecciones también en 1967, con la presencia como suplente en el Mundial de Inglaterra 1966 y con una envidiable trayectoria clubista en Uruguay y Brasil. Era un fijo de la Celeste en Alemania al igual que Rocha.

Así, Porta no tuvo más remedio que quedarse sin su “4” y “10” titulares, jugando para una representación clubista extranjera.

El entrenador, que seguía probando con su esquema 4-3-3, colocó en el arco a Héctor Santos, a Mario “Bombón” González en lugar de Forlán, a Gustavo de Simone y Juan Masnik en la zaga central y al “repatriado” Ricardo “Chivo” Pavoni en el lateral izquierdo. En el medio actuaron Walter Mantegazza, Alberto Cardaccio (a los 60´ ingresaría Saúl Rivero) y José Gervasio Gómez en el puesto designado a Rocha y, en ofensiva, Julio César Jiménez, Morena y Ruben Romeo Corbo (a los 60´, Denis Milar).

Forlán y la asistencia.

San Pablo también tenía un potente 11 (clásico sistema 4-2-4 brasileño):  Waldir Peres; Pablo Forlán (Nelson lo sustituyó a los 57´), Samuel, Arlindo, Gilberto Sorriso (expulsado a los 87´); Chicão, Pedro Rocha; Mauro Madureira, Mirandinha, Zé Carlos e Piau (luego ingresó Teodoro a los 79´). DT: José Poy.

La multitud que colmó el estadio (más de 60.000 espectadores) y hasta el propio juez local Héctor Borra no salían de su asombro por ver a dos de sus grandes ídolos jugando ante SU Selección Uruguaya. ¿Cómo podía ser?

El primer tiempo fue intenso, de ida y vuelta, pero sin goles.

Hasta que llegó lo que muchos pudieron presagiar. La Ley de Murphy. La moderna “Ley del ex”, que tampoco lo era, porque seguían siendo jugadores del combinado.

A los 48´, Forlán avanzó con pelota dominada y colocó un buen pase con destino a Rocha. El popular “Daro” entró al área y, entre los backs, tocó suave contra el palo izquierdo de “Patín” Santos. Sí, asistencia de Forlán y gol de Rocha contra Uruguay. Increíble.

Un gol para la historia.

Por supuesto que no hubo festejo alguno de gol. Faltaba más. Un ídolo, por puro profesionalismo, convirtiéndole a su amada patria. Silencio y gestos de asombro en la tribuna. Silencio y gesto de pesar en los dos uruguayos del San Pablo. Casi enseguida, se retiró Forlán, terminando con ese pequeño calvario de 57´.

Después, el intenso partido continuó. La Celeste hizo méritos para empatar, pero el genial Waldir Peres atajó todo.

No pudo ser. Castigo doble para los nuestros. San Pablo ganó 1-0 con pase de Forlán y gol de Rocha, que fue de los mejores del encuentro, aunque, después del tanto, ya no fue el mismo a pesar de disputar los 90´.

Lo curioso es que ni bien terminado el exigente amistoso, Forlán y Rocha se incorporaron al plantel y la concentración uruguaya. Sí, después de haberles ganado un ratito antes.

Ahora sí, juntos defendiendo a Uruguay en Alemania 1974.

Tres días después ambos fueron titulares en el Centenario en el 0-0 ante Boca Juniors. El 17 de mayo, también titulares ante Independiente en el Monumento al Fútbol Mundial. Fue 4-0 con un gol del salteño que, de esa forma, comenzaba a olvidarse de lo sucedido días atrás, aunque, a decir verdad, fue un hito especial que quedó para la historia y que hoy revivimos.

Luego llegaría el Mundial, pero esa es otra historia.

AUTOR: PABLO VEROLI

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.