
En 1935, y después de seis largos años, se volvió a celebrar el Sudamericano de selecciones.
Mucha agua había pasado debajo del puente a nivel continental, siendo el hecho más destacado la ruptura de relaciones entre las entidades madres del fútbol uruguayo y argentino luego de la final de la Copa del Mundo de 1930, saldada con el tercer título de esas características para los orientales.
Recién en 1932 los clásicos adversarios volvieron a verse las caras en encuentros amistosos con una particularidad: Uruguay comenzó a vestir camiseta roja, la misma que lo acompañaría de forma ininterrumpida hasta entrado 1937.
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