Raúl Bentancor

Su pasión fue el fútbol al que dedicó su vida. Fue un notable futbolista y luego excelente entrenador que los danubianos tuvieron la suerte de disfrutar.

Comenzó dribleando en el Guayaquí, un equipo formado por los botijas del barrio, luego –más en serio- jugó en Chacarita, Luz Oriental y La Enramada. En octubre de 1947, en un bar de Punta de Rieles, donde trabajaba, conoció a Vicente Bolumburu, por aquel entonces dirigente danubiano, quien le posibilitó ir al Parque Hugo Forno a mostrar sus virtudes.

En Danubio se encontró entre otros, con Hugo Bagnulo, quien en el ocaso de su carrera como jugador realizaba sus primeras armas como entrenador. Fue fichado y en poco tiempo debutó en la Reserva y sobre el final del Campeonato Uruguayo de la “B”, que Danubio ganó, jugó algunos partidos en el equipo principal.

En 1948 con Danubio ya en el “círculo de privilegio”, formó parte de un plantel verdaderamente de excepción: “Banana” Maceiras, Urbano Rivera, “Mingo” Sagastume, Romerito, el “negro” Larrosa, “Poroto” Britos, Perdomo, Armandito Olivera. En esa temporada no jugó regularmente, pero además el Campeonato Uruguayo no finalizó por la famosa huelga de futbolistas.

Un año después, se afianzó y fue una de sus mejores temporadas por lo menos en cuanto a goles se refiere, convirtiéndose en el goleador del equipo y quedando segundo en la tabla general con 15 anotaciones. Esta perfomance lo catapultó conjuntamente con Romero y Burgueño a la pre-selección uruguaya que se preparaba para el mundial de 1950, pero lamentablemente fue eliminado en la última depuración que hizo Juan López.

Retornó al seleccionado uruguayo para el Sudamericano de 1953 que se disputó en Lima, en el que Uruguay finalizó en 3er. lugar y para el histórico primer partido frente a la poderosa Inglaterra, que los nuestros derrotaran por 2 a 1 en el Estadio Centenario.

Bentancor era un jugador espigado, fuerte y guapo que sabía “mirar” la cancha, observaba al rival, y que siempre tenía la pelota debajo de la suela, para hacer la pausa y luego meter cambios de frente de 40 metros, pero además gran goleador., con la pinta de “crack”. Un hombre de perfil bajo. enemigo de las estridencias.

En 1954, Danubio consigue su primera gran colocación en un torneo uruguayo lograba el vicecampeonato y Raúl decía: “Del Danubio del 54 no me olvido más, “Banana” Maceiras en el arco, Correa, Argenti; Urbano Rivera, Lezcano y Manghini; Auscarriga, Romero, Burgueño, yo y la “gata” Martínez. También entraron “pelo” Rodríguez y Melgarejo. Un gran equipo dirigido por Corazzo. Una gran campaña y el segundo puesto fue el premio por nuestro esfuerzo. Danubio no tenía todavía los Jardines del Hipódromo y jugábamos en el Parque Forno. Gran equipo.  Hoy sería muy difícil ganarle. Romerito era extraordinario. Verlo jugar era un espectáculo, no había forma de sacarle la pelota. Y el “cumba” Burgueño era otro diablo y además tenía experiencia”.

Jugué en una época de grandes jugadores en todos los equipos y Danubio no era la excepción, había jugadores buenos en todos lados, y eso creo que se daba porque los fenómenos, se quedaban en el país, y entonces se convertían en ídolos a los cuales la muchachada quería imitar. Además venían grandes jugadores argentinos que nos enseñaban mucho. En Danubio por ejemplo tuvimos a Lazzatti, y también al “piraña” Sarlanga, el de Boca, el que hacía ala con Boyé. ¡Lo que era eso para los pibes !” , rememoraba Raúl.

Durante su extensa trayectoria danubiana fueron muchos (incluso del exterior) los interesados en llevarse al notable volante, pero Danubio al saber de su valía siempre lo cotizaba muy pero muy bien. Por lo tanto Danubio, fue su casa por 11 años. Al quedar libre por edad jugó en Wanderers hasta que lo vinieron a buscar del Sport Club de Recife donde le fue verdaderamente bien. Incluso allá, comenzó su carrera como entrenador, desempeñándose en varios clubes brasileños.

De regreso al Uruguay desembarcó en Danubio en 1971… “El viejo amor me esperó con los brazos abiertos y tuve la suerte de realizar dos grandes campañas (1971 y 1972) que me prestigiaron. Intenté que el equipo jugara el viejo estilo de toque y habilidad que siempre caracterizó a Danubio”.

Luego de un breve paréntesis, vuelve a conducir el plantel principal danubiano en 1975 y 1976, obteniendo en el primer año el Subcampeonato de la Liguilla. Mientras se disputaba la Liguilla del 76, fue llamado para dirigir la selección uruguaya juvenil, con la que obtuvo singular éxito, conquistando los Sudamericanos de 1977 y 1979, colocándola 4ª en el Mundial de Túnez y 3ª en el de Japón.

Luego del mundial japonés (1979) regresó a Danubio para salvarlo del descenso, lo logró y se fue. Volvió en 1985, siendo éste su último pasaje como entrenador danubiano. Con aquel equipo no solo logró puntear en las primeras fechas del “Uruguayo”, sino que por su distinguido juego, la prensa especializada denominó a Danubio como el equipo de los “franceses” por la similitud del juego desplegado con la exquisita selección gala, por entonces una de las mejores del mundo. En el año 2005 retornó -una vez más- al club de la franja, esta vez como asesor del fútbol juvenil, tarea que desempeñó hasta 2010.

Fuente: Estrellas Deportivas de EL Diario

Fecha de Nacimiento

Nació un 11 de enero de 1930

Lugar: Montevideo

Falleció: 3 de mayo de 2012

Trayectoria como jugador

Danubio 1947 a 1957, Wanderers 1958, Sport Club de Recife (Brasil) 1959 a 1964.

Títulos como jugador

Campeón Uruguayo “B” 1947. Vicecampeón Uruguayo 1954

Trayectoria como entrenador

Sport Club de Recife 1964, Trece Clube de Campina Grande 1965, Central (Caruarú) 1966, América (Recife)1967, Conquista Sport (Bahía) 1968 a 1969,  Victoria (Bahia) 1970. Danubio 1971-1972-1975-1976-1979-1985. Bella Vista 1973, 5 esquinas de Pando en 1974. Bella Vista (1980-1982-1983) Wanderers (1984) Juveniles Nacional (1986) Saprissa (Costa Rica) 1987-1988)

Selección Uruguaya juvenil 1977-1979-1981.También dirigió a la selección absoluta uruguaya en 1977, en los dos partidos que por eliminatorias le restaban disputar frente a Venezuela y Bolivia, después de quedar eliminado del Mundial de Argentina 1978. ​

Títulos como entrenador

Campeón Sudamericano juvenil en 1997 y 1979.

4° puesto Mundial Juvenil Túnez 1977 y 3° puesto Mundial juvenil Japón 1979.

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El calendario deportivo nacional estuvo conmovido por aquel entonces.  El año 1995 tenía dispuesto dos grandes citas sumamente esperadas por toda la afición deportiva. Luego de muchos años, la Copa América de fútbol y el Campeonato Sudamericano de básquetbol volvían a oficiarse en nuestro país y con muy pocos días de diferencia entre sí. El Estadio Centenario y el extinto Cilindro Municipal se vistieron de gala para albergar los principales partidos de las tradicionales gestas continentales. Los integrantes de ambos combinados nacionales salieron a escena con la responsabilidad que conlleva lucir las gloriosas casacas celestes en ambos deportes y bajo la premisa histórica de que “las copas se quedan en casa”. Una obligación que aquellos protagonistas contrajeron con gran compromiso para que el grito de “¡Uruguay campeón!” resonara bien fuerte en tan pocos días.

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“¡Uruguayos campeones de América y del Mundo!”. Expresión bien nuestra que despierta  en la memoria la letra escrita por Omar Odriozola y popularizada por los Patos Cabreros en el carnaval de 1927. Todavía restaban muchos triunfos deportivos por  venir y el fútbol ya se había consolidado como un hacedor fundamental en el proceso de construcción de la identidad nacional. Para la mayoría de los uruguayos este deporte es una cosa mucho más seria que un simple juego para divertirse o un promotor de la actividad física. Es un auténtica usina de pautas culturales que ocupa un lugar de privilegio en el imaginario colectivo y que puede llegar a condicionar el estado de humor nacional en función de un resultado. Campeonatos de América, preseas doradas olímpicas y copas mundiales fueron obtenidos en más de una oportunidad por diferentes compatriotas que vistieron la gloriosa casaca  en el momento histórico que les correspondió. Lleno está el calendario de efemérides triunfales y muchas de ellas coinciden en el mes de julio. Una hoja del almanaque que fue teñida de celeste por el extenso palmarés de la camiseta color cielo.

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