Un caso único

Roberto Roo ha estado en prácticamente todos los “puestos futbolísticos” de Danubio.

Fue jugador de formativas y de Primera División, director técnico de Cuarta y Quinta División, gerente deportivo y entrenador del plantel principal y finalmente, asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles.

Luego de finalizar por edad su carrera en el club Zapicán de Baby Fútbol, asistió a un llamado de aspirantes que realizó el club de la Curva de Maroñas en el Parque Hugo Forno, a pocos pasos de casa paterna. En esa instancia, conoció a dos futuros compañeros que también dejarían su huella en el club franjeado: Luis Malvárez y Nelson Alaguich.

Poco después con sólo 15 años, bajo la conducción del “chino” Salvá y el profesor Esteban Gesto, pasó a integrar el plantel de Quinta división que permitía futbolistas hasta con 18 años cumplidos. Al año siguiente, estuvo unos meses en Cuarta y fue ascendido al plantel principal por don Raúl Bentancor por entonces entrenador y que luego se transformaría en su “mentor”.

En Primera división debutó en 1976 con 17 años. Con la franja negra al pecho obtuvo la histórica clasificación a la Copa Libertadores de 1978 y tras disputarla, fue a probar suerte a la Madre Patria. Roo, de ascendencia española, al no ocupar cupo de extranjero, se probó en tres equipos: Hércules, Barcelona y Castellón. Pero por desavenencias económicas entre los clubes españoles y Danubio, no se concretó ninguna transferencia y debió regresar.

Apenas tocó tierra uruguaya, aparece nuevamente en su vida, Raúl Bentancor quien lo citó para la selección juvenil que se preparaba para disputar el Campeonato Sudamericano a disputarse aquí en Uruguay, torneo que finalmente obtuvo la “celeste” y en el que Roo tuvo una actuación muy destacada. Lamentablemente una lesión (rotura de ligamentos y menisco) en la pierna izquierda, le impidió participar del Mundial de la categoría que se realizó en Japón y nuestro seleccionado obtuvo el 3er. puesto.

Se desempeñaba como un volante “todo terreno”, muy bueno en la marca y cobertura de espacios, pero de la mano de Bentancor, sumó técnica y mejoró el remate.

Estuvo en Danubio hasta 1981 y luego defendió los colores de Wanderers, Progreso, Rampla, Huracán Buceo y Sportivo Italiano. Dejó de jugar muy temprano, a los 27 años por culpa de aquella rodilla dañada.

Tras finalizar su carrera como futbolista, comenzó la de entrenador, desempeñándose en varias instituciones, tanto en Primera división como en categorías formativas, así como coordinador de divisiones juveniles.

En el club de los Lazaroff dirigió los equipos de 4ª y 5ª en 1995. Dos años después en 1997, asumió en el cargo de gerente deportivo permaneciendo hasta 2003, cuando fue designado para hacerse responsable técnico del equipo de Primera división.

Finalmente, tras varios años vuelve a Danubio en 2017 como asesor deportivo de la Comisión Directiva tanto en Primera División como en Divisiones Juveniles, permaneciendo dos años.

Haciendo un repaso de su historia en el fútbol, el “gallego” tiene un especial reconocimiento y ponderación para Raúl Bentancor y Luis Cubilla a los que considera… “verdaderos maestros”.

Roberto Roo, defendió durante muchos años los colores danubianos como futbolista, entrenador (Divisiones Juveniles y Primera), gerente y asesor deportivo … es un caso único.

“Capitán de mi sentimiento”

 

Un futbolista transformado en símbolo del club gracias a su adhesión, calidad y profesionalismo. Genuino producto del “semillero” danubiano, Eber Moas se destacó siempre por su madurez, que le permitió debutar en Primera división, con sólo 18 años y no abandonar jamás el “11” titular.

Su personalidad lo llevó también -desde muy joven- a ser recurrentemente designado como capitán.

No sólo es uno de los futbolistas danubianos con más cotejos oficiales jugados, alrededor de 260, la mayoría con el brazalete de capitán, sino también de los más exitosos. Se consagró Campeón del Competencia y del Campeonato Uruguayo en 1988, así como del Torneo Apertura de 2001. Sin olvidar que también integró el formidable equipo danubiano que llegó a semifinales de la Copa Libertadores de 1989. Sin destacarse como goleador fue el autor del gol número 1.000 de Danubio en el historial del Campeonato Uruguayo de Primera división, en la edición de 1988.

Se desempeñó en dos puestos de la zona media “franjeada” y cuando tuvo que hacerlo como zaguero, tampoco desentonó, lo que da la pauta de la calidad de este jugador. Moas fue de esos jugadores que todos quieren tener en su equipo por la entrega, mística y estirpe de verdadero campeón que los adornan.

Además, integró los planteles celestes que participaron en las ediciones de 1991, 1993, 1995 y 1997 de la Copa América, siendo el futbolista surgido de Danubio con más presencias.

En una encuesta periodística realizada en 1991 fue elegido como el mejor jugador del Campeonato Uruguayo. Esta distinción seguramente le ayudó para ser transferido a fines de año en una importante cifra a Independiente de Avellaneda, donde comenzó una destacada carrera internacional, que luego continuó en Colombia y México.

Retornó a Danubio en 1998, pero volvió a emigrar al siguiente año. Regresó una vez más, en el año 2000 jugando hasta 2001 inclusive.

La hinchada danubiana no lo olvida y por ello tiene dedicada una bandera que reza: “Moas capitán de mi sentimiento”.

 Fecha de Nacimiento

21 de marzo de 1969

Lugar: Montevideo

Trayectoria – clubes

Danubio 1987-1991, Independiente (Argentina) 1992-1994 América de Cali (Colombia) 1995, Monterrey (México) 1996-1998 (hasta julio) Danubio 1998-1999, Vitoria Bahía (1999), Danubio 2000-2002 y Racing 2005-2006

Trayectoria – Selección uruguaya

Jugó el campeonato sudamericano Sub-16 de Argentina en 1985

Con la “mayor”, participó de la Copa América de 1991,1993 1995 y 1997, también disputó las Eliminatorias para los mundiales de 1994 y 1998.

Títulos

Con Danubio:

Campeón Uruguayo 6ª. división 1984

Campeón Uruguayo 5ª. división 1985

Campeón Competencia 1988

Campeón Uruguayo 1988

Campeón Trofeo Ciudad de Granada (España) 1989

Campeón El Olivo (España) 1989

Campeón Torneo Apertura 2001

Subcampeón Uruguayo 2001.

Con Independiente (Argentina):

Campeón del Clausura 1994

Con Selección mayor Uruguay:

Campeón Copa América 1995

Jugador de selección, brilló en Danubio y Peñarol. Grande entre los grandes.

Desde pibe le corrió fútbol por sus venas, tal vez por ello, a pesar de tener otras posibilidades fue futbolista. Nació y vivió sus primeros años en el Cordón, pero cuando tenía 12 años se mudó justo atrás de la actual sede social danubiana.

“Lito” fue un jugador moderno e inteligente, que podía jugar como volante ofensivo o delantero. Con la virtud del oportunismo, del desmarque permanente, capaz de realizar una oportuna pared para crear el espacio para el compañero y dueño de un sorpresivo pique cortito.

Futbolísticamente dio a luz en Canillitas en 1954, pero dos años más tarde fue adquirido por Danubio en la friolera de 500 pesos. Una cifra increíble para un jugador de divisiones inferiores, no sin antes tener que soportar alguna dificultad, según recuerda Lito: “Danubio me había puesto el ojo, pero Canillitas no me dejaba ir, por ese motivo largué el fútbol, ya había comenzado a estudiar electrotecnia y me puse a jugar al basketball en Larre Borges. La gente de Canillitas no lo podía creer, aunque al final aflojaron, es que había que pagar 500 pesos por un purrete como yo.”

Con la franja en el pecho comenzó una exitosa carrera deportiva que lo llevó a jugar en la selección y en el exterior. Tras jugar un año en la 5ta división, en 1957 lo empiezan a utilizar también en 4ª, 3ª y Reserva llegando a jugar hasta tres partidos por fin de semana. 

El entrenador “Nino” Corazzo, se lo quiso llevar al plantel principal, pero “Lito”, de fuerte personalidad, dijo que sin contrato no jugaba, entonces retornó a las inferiores, pero al poco tiempo, a fuerza de goles se ganó el contrato y debutó en Primera con sólo 17 años. Aunque se afirmó en el primer equipo, tras regresar del campeonato sudamericano juvenil que se disputó en Chile en 1958 y que Uruguay se clasificó Campeón invicto.

En 1959, tras el recordado lío con Liverpool, el club danubiano fue sancionado y descendió a la divisional “B”. En el Campeonato Uruguayo de Segunda división de 1960, pese a que fue condenado a jugar siempre en carácter de visitante, Danubio que tenía un gran equipo y “Lito” era puntal y además el goleador, logró el campeonato y el rápido retorno al círculo de privilegio.

Su personalidad, condiciones y goles, comenzaron a despertar el interés de clubes del exterior como San Lorenzo de Almagro y la Roma de Italia, pero finalmente en el año 1964, fue transferido a Peñarol, donde también dejó importante huella. Con los aurinegros fue Campeón Uruguayo en los años 1964, 1965 y 1967, además, de consagrarse Campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental de 1966.

Luego de jugar con gran éxito en el fútbol brasileño, a diez años de su partida, pero con la misma calidad de aquel pibe adolescente, regresó al equipo de la Curva de Maroñas para jugar por casi dos temporadas. “En Primera división, nací y morí con la camiseta de Danubio. Debuté a los 17 años y terminé con la albinegra en el pecho con 35 carnavales”, rememoraba Silva.

Entre 1961 y 1969 defendió a la selección mayor de Uruguay, totalizando 29 partidos y convirtiendo 7 goles. No jugó la Eliminatoria, pero sí el mundial de Chile ‘62, aunque no sería el único, pues también, participó del Mundial de Inglaterra ‘66. Además disputó las Clasificatorias para el Mundial de 1970 en México, pero lamentablemente una fractura defendiendo a Uruguay ante Paraguay, lo dejó fuera del plantel mundialista.

Años más tarde, retornó al club de la franja negra, para dirigir al equipo principal con el que consiguió el subcampeonato en el Torneo República en el año 1979. En 2005, asumió como supervisor de las divisiones juveniles danubianas, cargo que ocupó hasta 2011.

Fecha y lugar de nacimiento: 1 de febrero de 1940 en Montevideo

Fecha de fallecimiento: 29 de agosto de 2015

Trayectoria como jugador: Canillitas 1954, Danubio 1956-1963 y 1974-1975. Peñarol 1964-1970, Palmeiras 1970-1972, Portuguesa 1972-1973.

Con la Selección Uruguaya jugó los mundiales de 1962 y 1966.

Títulos como jugador:

Danubio: Campeón Uruguayo de la divisional “B” en 1960.

Peñarol: Campeón Uruguayo 1964,1965, 1967 y Campeón de América e Intercontinental de 1966.

Palmeiras: Campeón Nacional 1970

Selección Juvenil: Campeón Sudamericano 1958.

Trayectoria como entrenador

Danubio 1979, Selección de la “B” 1982-1983, Rentistas 1984-1985 y 1998-2002.

Supervisor divisiones juveniles de Danubio 2005-2011.

Títulos como entrenador:

Danubio: Vice campeón Torneo República 1979.

“El Expreso Minuano”

Referente ineludible del Danubio de los años setenta. Factotum del equipo que logró la histórica primera clasificación danubiana a la Copa Libertadores. Con la “celeste” fue campeón en juveniles y mayores.

Por la potencia y velocidad con que subía por el andarivel derecho lo llegaron a bautizar… “Expreso Minuano”, en creativa comparación con el bus que aún hoy recorre el trayecto Montevideo – Minas.

Sus primeros contactos con la pelota los dio en la calle Cochabamba, donde jugaba con muchachos mayores que él, situación que engendró su apodo de “Chico”. Luego jugó en un equipo denominado Arbolito F.C. situado en Camino Maldonado y Osvaldo Cruz.

Su inolvidable pasaje por el club de la Curva de Maroñas, inició en el Parque Hugo Forno al que llegaba luego de una larga caminata desde su casa, que según sus palabras “acortaba camino pasando por los campos”.

Entre 1972 y 1973 se desempeñó como puntero derecho en Quinta División y cuando en el año 1974 integraba el plantel de Cuarta, llegó con sólo 16 años, al plantel principal de la mano del entrenador Carlos Silva Cabrera. Lógicamente, por su temple, no le costó demasiado adaptarse a jugar en Primera división.

Con la franja negra sobre el pecho, fue subcampeón por dos veces de la Liguilla en 1975 y 1977, logrando en la última, la ya mencionada clasificación a la Copa Libertadores de América de la edición de 1978.

En aquella Copa, jugó a gran nivel, en el difícil grupo que Danubio enfrentó a Peñarol y a los equipos colombianos de Deportivo Cali y Junior de Barranquilla. Fue el autor del primer gol danubiano en la historia de la Copa Libertadores.

Tras finalizar la temporada de 1978 y luego de defender a los de la franja durante seis años, fue transferido a Nacional, donde también brilló. Fue Campeón de América y de la Intercontinental.

Del conjunto franjeado, Moreira recuerda y destaca a varios de sus compañeros “jugué con Lorenzo Carrabs, Nil Chagas, Carlos Cabrera, Julio Noble, Popelka, el Chifle Falero, Eliseo Rivero, Héctor Roux, Manuel Keosseián, Comesaña… muchos de ellos se dedicaron a la dirección técnica”.

La casaca “celeste” no le fue esquiva. En 1977, Raúl Bentancor quien lo había dirigido en Danubio, fue designado como entrenador de la Selección Juvenil que se preparaba para el Sudamericano de la categoría. Bentancor quería convocarlo, pero como puntero derecho tenía a Alberto Bica y… Moreira recuerda así la situación: “Me preguntó si me animaba a jugar de lateral y yo le dije que con tal de ir a la selección jugaba de cualquier cosa. Nunca más volví a la punta”.

Con aquel plantel juvenil obtuvo, junto a los también danubianos: Víctor Duque y Eliseo Rivero, el Campeonato Sudamericano que se disputó en Venezuela en 1977. Aquel título, los depositó en el Mundial de la categoría jugado en Túnez, donde consiguieron el 4to. lugar.

Con la “mayor” disputó la Copa América de 1979, se coronó Campeón de Campeones en la Copa de Oro 1980, que se realizó en nuestro país y que albergó a las selecciones campeonas del mundo y participó de las Eliminatorias para el Mundial de España ‘82.

En 1984, se fue a Estados Unidos, donde se radicó definitivamente, para jugar al Indoor Soccer (una especie de fútbol de salón) desempeñándose durante varios años, con sólo un breve paréntesis en 1991, cuando integró el elenco de Tampa Bay Rowdies.

Por su coraje, adhesión y clase, José Hermes Moreira o simplemente el “Chico” es un ídolo eterno de todos los danubianos.

Una Tortuga con reflejos…

En tres etapas, Javier Zeoli defendió el arco danubiano. Durante sus ciclos, puede afirmarse que tuvo una brillante carrera, pletórica de triunfos, colocándolo entre los jugadores más laureados de la historia del conjunto de la franja negra.    

Tal vez su domicilio paterno, cercano al Estadio Jardines, lo arrimó y para siempre, al club de los hermanos Lazaroff. Las primeras atajadas fueron en el “Parque Hugo Forno”, allá por 1978, en 5ª división, por aquel entonces, la categoría menor.

Sus virtudes le permitieron en 1981, casi al mismo tiempo, ser ascendido al plantel de Primera división y recibir la convocatoria para integrar la selección juvenil, con la que se consagró Campeón Sudamericano en Ecuador, también concurrió al Mundial en Australia, pero no jugó.

En su primera etapa en el club maroñense, desarrollada íntegramente en la década del ochenta, “casualmente” fue un período en el cual Danubio logró sus primeros y resonantes éxitos. Con su sola presencia en el arco parecía asegurar buenas campañas, cuando faltó -ya sea, por lesiones o decisiones técnicas-  los resultados no fueron buenos.

En 1982, comienzan sus triunfos deportivos con Danubio. Tras una gran campaña en el torneo “Copa de Oro”, una especie de “Competencia”, alcanza el vicecampeonato, allí, comenzó a gestarse el gran equipo de 1983 que lograría destacadas conquistas.

Luego de 29 años, los hinchas danubianos volvieron a festejar un subcampeonato en el Campeonato Uruguayo de la divisional “A”. Así como en 1954, lo fue con Julio Maceiras; en la campaña de 1983 con Zeoli… los tres palos danubianos, estuvieron estupendamente custodiados.

La Liguilla Pre-Libertadores sabía de buenas actuaciones franjeadas, pero aquella de 1983, fue la mejor, Danubio logró en forma invicta el título de campeón y su pasaje, por segunda vez en la historia, a la Copa Libertadores.

Tiempo después, llegaría el memorable año de 1988. En aquel brillante grupo de muchachos, puede afirmarse que Javier Zeoli fue una de las piezas fundamentales. Volcó -al servicio del equipo- toda su experiencia y mostró un nivel estupendo, verdaderamente sus actuaciones fueron superlativas.

La Copa Libertadores de 1989, la segunda de “Tortuga” custodiando el arco danubiano, en la que Danubio se ubicó entre los 4 mejores equipos del continente, lo mostró en todo su esplendor. Ese año, y como forma de premiar su destacadísima trayectoria, la dirigencia del club de la Curva de Maroñas, le facilitó el traspaso al Tenerife de España, al cotizársele muy por debajo de su real valor.    

Participó de la selección mayor en la Copa América de 1989 jugada en Brasil, donde Uruguay logró el segundo lugar y luego integró el plantel “celeste” en el Mundial de Italia 90.

Finalizada la citada Copa América, un cable de la agencia de noticias ANSA fechado en Roma, decía: “Siete brasileños y dos uruguayos forman parte del “superequipo” o sea de la selección del mundo ideal del presente mes, según el diario deportivo italiano “La Gazzetta Dello Sport”: “En la clasificación de los cinco mejores del mundo en agosto en cada puesto figura entre los arqueros, después de Zeoli, (“una verdadera cortina metálica en el último campeonato sudamericano”), el brasileño Taffarel”).

En su pasaje por clubes del exterior, en general, también tuvo buenos desempeños. Además del medio español, jugó en equipos importantes de Bolivia, Chile y Argentina.

En 1994 regresa por primera vez al club que futbolísticamente lo vio nacer, para intentar revertir las bajas actuaciones que situaban a Danubio en zona de descenso. Tras esa temporada en la cual también se destacó, se alejó, para retornar nuevamente en 1997 y finalmente “colgar los guantes.”

Con el “1” de Danubio, Javier “Tortuga” Zeoli, jugó más de 250 partidos, entre juveniles y Primera división. Tiene además, un récord difícil de superar, es el futbolista con más partidos oficiales de carácter internacional (20), jugó -nada menos- que – dos ediciones de la Copa Libertadores y dos de la extinta Copa CONMEBOL.

Trayectoria

Juveniles (1977 a 1980) y Primera división de Danubio (1981 a 1989,1994 y 1997), Tenerife (1989-1990), Mandiyú de Corrientes (1991), Bolívar (1991) Talleres de Córdoba (1992), River Plate (Argentina) (1993), Nacional (1995) Palestino (Chile) (1996).

Títulos

Con Danubio: Vicecampeón Copa de Oro 1982, Vicecampeón Campeonato Uruguayo 1983, Campeón de la Liguilla 1983, Campeón Uruguayo 1988, Campeón Torneo Competencia 1988.

Con la selección uruguaya: Campeón Sudamericano Juvenil en 1981

Vicecampeón de América con Selección Mayor en 1989.

Con Bolívar: Campeón Boliviano.

El indiscutido Rey de Copas danubiano

De ser rechazado por el entrenador de 4ª división a convertirse en el futbolista más ganador en la historia de Danubio.

Proveniente del fútbol riverense vino a probarse a la 4ª división de Danubio, pero no convenció y cuando tenía decidido probar suerte en otra institución, el destino le tenía marcado a fuego un futuro con la franja negra al pecho.

Al no ser aceptado en la primera prueba, pidió permiso para entrenar con el equipo de 3ª. división y la ausencia de un zaguero, le dio lugar para jugar un amistoso pactado y… así comenzó su historia danubiana. Finalmente, Viera resultó ser un fuera de serie”, un futbolista de categoría, que por sus actuaciones y logros, quedó en el pedestal de los grandes zagueros danubianos de todas las épocas.

Jadson nació Santana do Livramento (Brasil) el 4 de agosto de 1981 , pero es nacionalizado uruguayo. En el club Artigas de Rivera, dio sus primeros pasos, inicialmente como arquero, pero el consejo de su padre (también futbolista) lo trasladó –para siempre- a la zaga, para desempeñarse como defensa central o lateral.

Debutó en el equipo principal de Danubio, el 9 de junio de 2001 ante Tacuarembó (3-3) en el Estadio Goyenola, correspondiente al Torneo Clasificatorio (2001), cuando sustituyó a Eber Moas. Su primera titularidad fue frente a Fénix en una Liguilla. Podría decirse que, desde ese momento, comenzó a sumar títulos de campeón, hasta consagrarse como el futbolista franjeado que más vueltas olímpicas dio.

Su buen físico y virtudes futbolísticas, le permitieron ser uno de los que no faltaba nunca en el “once” titular. Gigante en la marca, pero sin golpear, prolijo en la salida y gran cabeceador en las dos áreas. A estas condiciones, le adosó su ascendencia sobre sus compañeros, transformándolo en un verdadero caudillo de todos los equipos que integró.

En una primera etapa, Jadson defiende al conjunto de la Curva de Maroñas hasta 2005, cuando es cedido a préstamo al Atlante de México. Regresa a un año después y tras ganar el Campeonato Uruguayo de 2006/2007, parte para el fútbol argentino, contratado por el club Lanús.

En enero de 2013, firma nuevamente con el club de los Lazaroff, y tal su característica… continuó ganando elogios y trofeos. Sin dudas, fue siempre una carta de triunfo. A mediados de 2016, firmó con Rentistas, donde se cerró su carrera como jugador.

Quedó en la historia de Danubio por cantidad de partidos jugados (212) y nada menos que 10 títulos obtenidos en Primera división.

Se consagró: Campeón Apertura 2001, Clausura 2002, Clasificatorio 2004, Clausura 2004, Uruguayo 2004, (*) Apertura 2006, (*) Clausura 2007, (*) Uruguayo 2006/07, (*) Apertura 2013 y Uruguayo 2013/14.

En los títulos marcados con (*) era el capitán.

Viera recuerda: “Aprendí mucho de Eber (Moas) y Polillita (Da Silva). A Ruben lo vi infiltrarse en una final con Nacional, fue impresionante. Después de eso cuando me lesioné en mi carrera, me marcó tanto que, cuando me pasó a mí, me acordaba constantemente de esa situación. No quería salir por nada”.

Consultado sobre cual título disfrutó más, expresó: “Es difícil porque todos los disfrutamos muchísimo, pero en el 2004 nos sacamos una gran mochila. Esos golpes que tuvimos en 2001 y 2002, fueron muy duros (finales perdidas con Nacional) y son partidos que también tenés que aprender a jugarlos. Por eso, si bien todos son muy lindos, ese año demostramos lo que habíamos aprendido, nos fortalecimos como grupo y fue una gran revancha: mismo rival, en nuestra casa y con aquel recordado gol en la hora.

Destaca que era terrible con las cábalas y citó: “Había una canción que tenía que escuchar sí o sí. Es más, en el Clasificatorio 2004 contra Plaza Colonia (Danubio sale campeón en el Suppici) nosotros ya estábamos haciendo el calentamiento. Me arrimo al profe y le digo: me voy al vestuario porque no escuché la canción y no estoy bien. Era un CD, no podía adelantarlo y era la tercera o cuarta, imaginate lo que demoré”. Me acuerdo que ese partido había una cantidad de gente impresionante, pero no podía no regresar al vestuario. Aquella canción era “La sandunguita” del cantante e hincha de Danubio, Alex Stella.

Jadson subraya que “Danubio fue, es y será todo en mi vida. Desde el inicio en la pensión, la casita en Veracierto, las idas al Geant en bicicleta para ir a entrenar. Luego ni hablar que el sueño de concentrar, jugar en Primera y salir campeón. Aún sigo pendiente de todos los partidos, que jugadores llegan y cuales se van. Soy hincha de Danubio y lo voy a ser hasta el último día”.

Trayectoria: Danubio, Atlante, Lanús, Vasco Da Gama, Nacional y Rentistas.

También alzó copas con Lanús (campeón del Apertura 2007, primer título local de la historia del club granate) y Nacional.

El “Bocha”

Sus inicios -como el de la mayoría de los futbolistas danubianos- fue en las categorías formativas del club de la franja negra. Donde realizó una buena base, en 1964 arrancó en 5ª división, que era la categoría inferior por aquellos años. Entre 1965 y 1966, alternó en 5ª y 4ª división. Precisamente en este último año, conseguía para Danubio, el primer torneo de una 5ª división, al consagrarse Campeón Invicto del “Preparación”.

Con solo 17 años, sus destacadas actuaciones, posibilitaron la convocatoria en 1967 al plantel principal que dirigíaRafael Milans. También, en esa misma temporada es citado para defender la “celeste” en el Sudamericano Juvenil que se disputó en Paraguay, en el que Uruguay no tuvo un buen desempeño.

Quienes lo vieron jugar afirmar que el “Bocha” como le decían todos, era un “5” bastante completo… pretendiéndose decir “una mezcla interesante de temperamento y técnica”. Defendiendo a la Primera división de Danubio debió experimentar dos momentos diametralmente opuestos. La desazón del descenso de 1969 y la inmensa alegría, por el rápido ascenso al siguiente año, en la mejor campaña danubiana en la divisional “B”, obteniendo el 84% de los puntos.

Integró varios equipos franjeados que practicaban un fútbol de alta calidad, teniendo como compañeros a jugadores de la talla de los argentinos Otto Sesana y Ricardo Palma, así como también, “Rafa” Perrone, Gerardo Rodríguez, Horacio Franco, Juan Ascery, etc.

Fue protagonista fundamental en la primera victoria danubiana por el Campeonato Uruguayo frente a Peñarol por 2 goles a 1, allá por 1971, recibiendo de un matutino los siguientes conceptos: “Fútbol de titanes. Corrió toda la cancha. Gran rendimiento”.

Sus condiciones, lo llevaron nuevamente a la Selección Uruguaya, esta vez a la Mayor, defendiéndola desde 1972 hasta su transferencia al exterior en 1974.

Fue titular en todos los encuentros de la Eliminatoria para el Mundial de Alemania ’74, que Uruguay disputó con Colombia y Ecuador; jugando también un partido en el propio certamen mundialista.

En el año 1974, es transferido a Racing de Avellaneda, jugando para los albicelestes hasta fines de 1975, cuando “salta” al fútbol de México. En la tierra del tequila, vistió las casacas del Atlas, Puebla y Monterrey.

Once años después de su alejamiento, retornó en 1985 como ayudante técnico de Roberto Repetto, ex compañero en Danubio y se consagró nuevamente campeón de 5ª división, en esta oportunidad del Campeonato Uruguayo. Aquel fabuloso equipo que integraban: Moas, el “Pompa”, “Gallina” Da Luz, Ruben Pereira y “Pollilita” Da Silva, entre otros….

Varios años después, otro Cardaccio supo vestir con suceso la “5” danubiana, su hijo Víctor Alberto, quien obtuvo varios torneos en las divisiones juveniles, y que luego se fue a jugar a México.

Cardaccio sinónimo de temperamento y técnica al servicio de la Franja. En enero de 2015, el “Bocha” se fue de este Mundo… pero no lo olvidamos.

Un Timonel en el Danubio

Una zurda prodigiosa, la cabeza levantada, creación y prestancia son solo algunas de las tantas virtudes de este exquisito “10”.

Sergio Santín nació en el departamento de Salto el 6 de agosto de 1956 y el apodo de “Bocha” se lo ganó desde muy pequeño porque pasaba todo el día detrás de la bocha o pelota.

Su historia futbolística comenzó en el Club Atlético Universitario de su ciudad natal, para luego desembarcar en Danubio. Con la franja negra en el pecho debutó en 1977, defendiéndola en alrededor de 130 partidos.

Desde su botín izquierdo “dibujaba” sobre la cancha las mejores jugadas, con gran sutileza y precisión en la pegada para habilitar a los atacantes. Inteligente y rápido mentalmente, con pelota dominada era infalible. Además, fue un notable definidor.

Cuanto más difícil el partido… el “Bocha” aumentaba su nivel y protagonismo, esto lo transformó en ídolo indiscutido de los hinchas danubianos.

Con el club de la Curva de Maroñas, fue subcampeón de la Liguilla ´77, logrando la histórica primera clasificación danubiana a la Copa Libertadores de América, tras vencer a Nacional en finalísima.

En 1978 obtuvo el Balón de Oro a la “revelación” del fútbol uruguayo, premio que otorgaba el desaparecido diario “El Día”.

También integró el plantel que obtuvo el vice campeonato en el Torneo República disputado en 1979.A mediados del año 1980, fue transferido al fútbol colombiano, donde también brilló por más de una década. Aún hoy, es dueño de un récord que no ha sido superado, es el futbolista con mayor cantidad de goles mediante la ejecución de tiros penales, con nada menos que 64. En total disputó 451 encuentros y marcó 119 goles, defendiendo a los clubes Deportivo Pereira, Cúcuta, Atlético Nacional, América de Cali y Once Caldas. En la temporada 1984 -1985 jugó en Peñarol y en 1986 en el Santos brasileño.

Sus cualidades le permitieron alcanzar la selección mayor de Uruguay, con la cual disputó 18 partidos. Roque Máspoli lo hizo debutar (siendo jugador de Danubio) en 1980, en un amistoso frente al seleccionado peruano. Seis años después, convocado por el Profesor Omar Borrás, defendió la casaca celeste en el Mundial de México de 1986, jugando todos los partidos.

Tras finalizar su prodigiosa carrera como futbolista se recibió de entrenador y por algún tiempo trabajó en equipos colombianos, para luego integrarse al Cuerpo Técnico de su amigo Ricardo Gareca.

Sergio Santín, como lo definiera un periódico, fue… “UN TIMONEL EN EL DANUBIO”.

 

El Indio

Su garra, el cabello largo y azabache, sus facciones similares a nuestros Charrúas, le dieron origen al sobrenombre que llevará toda su vida, aunque con el tiempo haya cambiado su “look”.

Luis Enrique Malvárez Portillo, es su nombre completo, pero es más conocido por la hinchada danubiana simplemente como el “Indio” Malvarez.

Fue un jugador diferente con técnica, fuerza y un temperamento que salía de lo común, que lo catapultó a la categoría de ídolo.

Nacido en 1960 en el barrio Jardines del Hipódromo, lo llevaron a vestir, primero, los colores albiverdes del club “Primavera” de Baby Fútbol, para luego dar el salto e ingresar en las divisiones juveniles de Danubio.

Un hombre que sin dudas puso todo de sí, dentro y fuera de la cancha, para llegar… tal vez por eso triunfó. Sus grandes condiciones lo hicieron debutar en Primera división con solo 16 años en 1976, aunque se afirmó como titular, tres años después.

En 1977, como suplente, pero ingresando con asiduidad se consagró campeón del cuadrangular “Hugo Forno” y tres años después fue pilar fundamental en la obtención del vicecampeonato en el Torneo República.

Continuó la escuela de los Urbano Rivera, Tomás Rolan y el “Chico” Moreira, que es lo mismo que decir, de grandes laterales derechos, “jases” para los más veteranos, que dio Danubio al fútbol uruguayo.

Como sus antecesores llegó a la Selección Mayor uruguaya en el año 1980.

La exótica Corea del Sur, también disfrutó de sus virtudes allá por 1981, cuando Danubio participó de la Copa Presidente y obtuvo el 4° puesto.

En 1982, fue transferido a Estudiantes de La Plata, equipo donde jugó 5 años hasta que fue vendido a San Lorenzo de Almagro; posteriormente defendió a Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Nos quedará por siempre el recuerdo de aquel partido en Jardines frente a Peñarol, en que el árbitro debió detenerlo, para que el “Indio” fuera atendido, ya que él no quería salir, pese a sangrar abundantemente de sus fosas nasales, por recibir un codazo de un rival.

Tuvimos la suerte de verlo jugar, pero nos sentimos mucho más afortunados por haberlo conocido personalmente porque es un gran ser humano.

El “Indio” puso siempre todo de sí, dentro y fuera de la cancha, por eso, simplemente por eso…. triunfó en la vida.

El Guaito

Washington Victoriano Manghini fue un notable futbolista, dueño de una excelsa jerarquía. Quienes lo vieron jugar, jamás lo olvidaron. Sin dudas, está entre los mejores jugadores danubianos de la historia.

“Guaito” o “Waito” tal su apodo, seguramente derivado de una deformación de Washington, debutó en el equipo principal de Danubio en 1953, que era dirigido por Alejandro Morales.

Al año, ya se consagraba subcampeón del Campeonato Uruguayo de la “A”, integrando un equipo fenomenal que logró desplazar a uno de los equipos “grandes”, lo cual, por aquellos tiempos era hazañoso. Dirigido por “Nino” Corazo, el “cuadro” habitualmente formaba así: Maceiras en el arco, Correa, Argenti; Urbano Rivera, Lezcano y Manghini; Auscarriga, Romero, Burgueño, Bentancor y la “Gata” Martínez. También ingresaban “Pelo” Rodríguez y Melgarejo.

Este segundo puesto fue el premio al esfuerzo y la calidad del plantel, que aún jugaba como local en el Parque Forno, todavía no se había construido el Estadio Jardines del Hipódromo – María Mincheff de Lazaroff. 

En 1955, integró la delegación de la franja que participó de una inolvidable gira por varios países de Centroamérica y México, que duró más de dos meses y en la cual disputaron 18 encuentros, de los cuales, ganaron siete, empataron seis, perdiendo los 5 restantes.

Manghini, se entendía a la perfección, con Héctor “Tito” Argenti, quien lo cubría cuando subía por el lateral izquierdo. De aquel formidable Danubio, dicen que “salía del fondo en forma por demás prolija”.

También dijo presente, en la primera gran actuación danubiana en el Torneo Competencia de 1958, cuando consiguieron el vice campeonato. (30 años después Danubio se alzó con el título de campeón)

En las postrimerías de su trayectoria con la franja negra al pecho, colaboró para la obtención del título de Campeón Uruguayo de la “B” de 1960, que posibilitó el retorno de Danubio al círculo de privilegio del fútbol uruguayo, que había descendido el año anterior.

Sus destacadas condiciones lo llevaron a vestir la gloriosa camiseta celeste en dos Campeonatos Sudamericanos, los de 1956 y 1959.

Hugo Bagnulo, fue el que lo hizo debutar en el seleccionado uruguayo, fue para el torneo de 1956, disputado en Montevideo y en el que Uruguay se consagró campeón. Danubio fue el equipo que aportó más futbolistas, a saber: Julio Maceiras, Carlos Correa, Washington V. Manghini, Alfonso Auscarriaga, Fernando Rodríguez y Oscar D. Melgarejo.

Fue convocado nuevamente, esta vez por Juan Carlos Corazo, para disputar el “Sudamericano Extra” de 1959, siendo en la oportunidad el único danubiano en el plantel. El torneo se jugó en Ecuador y Uruguay fue nuevamente campeón.

Washington Manghini, un crack, jugador histórico de Danubio y de Uruguay.