Una Tortuga con reflejos…

En tres etapas, Javier Zeoli defendió el arco danubiano. Durante sus ciclos, puede afirmarse que tuvo una brillante carrera, pletórica de triunfos, colocándolo entre los jugadores más laureados de la historia del conjunto de la franja negra.    

Tal vez su domicilio paterno, cercano al Estadio Jardines, lo arrimó y para siempre, al club de los hermanos Lazaroff. Las primeras atajadas fueron en el “Parque Hugo Forno”, allá por 1978, en 5ª división, por aquel entonces, la categoría menor.

Sus virtudes le permitieron en 1981, casi al mismo tiempo, ser ascendido al plantel de Primera división y recibir la convocatoria para integrar la selección juvenil, con la que se consagró Campeón Sudamericano en Ecuador, también concurrió al Mundial en Australia, pero no jugó.

En su primera etapa en el club maroñense, desarrollada íntegramente en la década del ochenta, “casualmente” fue un período en el cual Danubio logró sus primeros y resonantes éxitos. Con su sola presencia en el arco parecía asegurar buenas campañas, cuando faltó -ya sea, por lesiones o decisiones técnicas-  los resultados no fueron buenos.

En 1982, comienzan sus triunfos deportivos con Danubio. Tras una gran campaña en el torneo “Copa de Oro”, una especie de “Competencia”, alcanza el vicecampeonato, allí, comenzó a gestarse el gran equipo de 1983 que lograría destacadas conquistas.

Luego de 29 años, los hinchas danubianos volvieron a festejar un subcampeonato en el Campeonato Uruguayo de la divisional “A”. Así como en 1954, lo fue con Julio Maceiras; en la campaña de 1983 con Zeoli… los tres palos danubianos, estuvieron estupendamente custodiados.

La Liguilla Pre-Libertadores sabía de buenas actuaciones franjeadas, pero aquella de 1983, fue la mejor, Danubio logró en forma invicta el título de campeón y su pasaje, por segunda vez en la historia, a la Copa Libertadores.

Tiempo después, llegaría el memorable año de 1988. En aquel brillante grupo de muchachos, puede afirmarse que Javier Zeoli fue una de las piezas fundamentales. Volcó -al servicio del equipo- toda su experiencia y mostró un nivel estupendo, verdaderamente sus actuaciones fueron superlativas.

La Copa Libertadores de 1989, la segunda de “Tortuga” custodiando el arco danubiano, en la que Danubio se ubicó entre los 4 mejores equipos del continente, lo mostró en todo su esplendor. Ese año, y como forma de premiar su destacadísima trayectoria, la dirigencia del club de la Curva de Maroñas, le facilitó el traspaso al Tenerife de España, al cotizársele muy por debajo de su real valor.    

Participó de la selección mayor en la Copa América de 1989 jugada en Brasil, donde Uruguay logró el segundo lugar y luego integró el plantel “celeste” en el Mundial de Italia 90.

Finalizada la citada Copa América, un cable de la agencia de noticias ANSA fechado en Roma, decía: “Siete brasileños y dos uruguayos forman parte del “superequipo” o sea de la selección del mundo ideal del presente mes, según el diario deportivo italiano “La Gazzetta Dello Sport”: “En la clasificación de los cinco mejores del mundo en agosto en cada puesto figura entre los arqueros, después de Zeoli, (“una verdadera cortina metálica en el último campeonato sudamericano”), el brasileño Taffarel”).

En su pasaje por clubes del exterior, en general, también tuvo buenos desempeños. Además del medio español, jugó en equipos importantes de Bolivia, Chile y Argentina.

En 1994 regresa por primera vez al club que futbolísticamente lo vio nacer, para intentar revertir las bajas actuaciones que situaban a Danubio en zona de descenso. Tras esa temporada en la cual también se destacó, se alejó, para retornar nuevamente en 1997 y finalmente “colgar los guantes.”

Con el “1” de Danubio, Javier “Tortuga” Zeoli, jugó más de 250 partidos, entre juveniles y Primera división. Tiene además, un récord difícil de superar, es el futbolista con más partidos oficiales de carácter internacional (20), jugó -nada menos- que – dos ediciones de la Copa Libertadores y dos de la extinta Copa CONMEBOL.

Trayectoria

Juveniles (1977 a 1980) y Primera división de Danubio (1981 a 1989,1994 y 1997), Tenerife (1989-1990), Mandiyú de Corrientes (1991), Bolívar (1991) Talleres de Córdoba (1992), River Plate (Argentina) (1993), Nacional (1995) Palestino (Chile) (1996).

Títulos

Con Danubio: Vicecampeón Copa de Oro 1982, Vicecampeón Campeonato Uruguayo 1983, Campeón de la Liguilla 1983, Campeón Uruguayo 1988, Campeón Torneo Competencia 1988.

Con la selección uruguaya: Campeón Sudamericano Juvenil en 1981

Vicecampeón de América con Selección Mayor en 1989.

Con Bolívar: Campeón Boliviano.

El indiscutido Rey de Copas danubiano

De ser rechazado por el entrenador de 4ª división a convertirse en el futbolista más ganador en la historia de Danubio.

Proveniente del fútbol riverense vino a probarse a la 4ª división de Danubio, pero no convenció y cuando tenía decidido probar suerte en otra institución, el destino le tenía marcado a fuego un futuro con la franja negra al pecho.

Al no ser aceptado en la primera prueba, pidió permiso para entrenar con el equipo de 3ª. división y la ausencia de un zaguero, le dio lugar para jugar un amistoso pactado y… así comenzó su historia danubiana. Finalmente, Viera resultó ser un fuera de serie”, un futbolista de categoría, que por sus actuaciones y logros, quedó en el pedestal de los grandes zagueros danubianos de todas las épocas.

Jadson nació Santana do Livramento (Brasil) el 4 de agosto de 1981 , pero es nacionalizado uruguayo. En el club Artigas de Rivera, dio sus primeros pasos, inicialmente como arquero, pero el consejo de su padre (también futbolista) lo trasladó –para siempre- a la zaga, para desempeñarse como defensa central o lateral.

Debutó en el equipo principal de Danubio, el 9 de junio de 2001 ante Tacuarembó (3-3) en el Estadio Goyenola, correspondiente al Torneo Clasificatorio (2001), cuando sustituyó a Eber Moas. Su primera titularidad fue frente a Fénix en una Liguilla. Podría decirse que, desde ese momento, comenzó a sumar títulos de campeón, hasta consagrarse como el futbolista franjeado que más vueltas olímpicas dio.

Su buen físico y virtudes futbolísticas, le permitieron ser uno de los que no faltaba nunca en el “once” titular. Gigante en la marca, pero sin golpear, prolijo en la salida y gran cabeceador en las dos áreas. A estas condiciones, le adosó su ascendencia sobre sus compañeros, transformándolo en un verdadero caudillo de todos los equipos que integró.

En una primera etapa, Jadson defiende al conjunto de la Curva de Maroñas hasta 2005, cuando es cedido a préstamo al Atlante de México. Regresa a un año después y tras ganar el Campeonato Uruguayo de 2006/2007, parte para el fútbol argentino, contratado por el club Lanús.

En enero de 2013, firma nuevamente con el club de los Lazaroff, y tal su característica… continuó ganando elogios y trofeos. Sin dudas, fue siempre una carta de triunfo. A mediados de 2016, firmó con Rentistas, donde se cerró su carrera como jugador.

Quedó en la historia de Danubio por cantidad de partidos jugados (212) y nada menos que 10 títulos obtenidos en Primera división.

Se consagró: Campeón Apertura 2001, Clausura 2002, Clasificatorio 2004, Clausura 2004, Uruguayo 2004, (*) Apertura 2006, (*) Clausura 2007, (*) Uruguayo 2006/07, (*) Apertura 2013 y Uruguayo 2013/14.

En los títulos marcados con (*) era el capitán.

Viera recuerda: “Aprendí mucho de Eber (Moas) y Polillita (Da Silva). A Ruben lo vi infiltrarse en una final con Nacional, fue impresionante. Después de eso cuando me lesioné en mi carrera, me marcó tanto que, cuando me pasó a mí, me acordaba constantemente de esa situación. No quería salir por nada”.

Consultado sobre cual título disfrutó más, expresó: “Es difícil porque todos los disfrutamos muchísimo, pero en el 2004 nos sacamos una gran mochila. Esos golpes que tuvimos en 2001 y 2002, fueron muy duros (finales perdidas con Nacional) y son partidos que también tenés que aprender a jugarlos. Por eso, si bien todos son muy lindos, ese año demostramos lo que habíamos aprendido, nos fortalecimos como grupo y fue una gran revancha: mismo rival, en nuestra casa y con aquel recordado gol en la hora.

Destaca que era terrible con las cábalas y citó: “Había una canción que tenía que escuchar sí o sí. Es más, en el Clasificatorio 2004 contra Plaza Colonia (Danubio sale campeón en el Suppici) nosotros ya estábamos haciendo el calentamiento. Me arrimo al profe y le digo: me voy al vestuario porque no escuché la canción y no estoy bien. Era un CD, no podía adelantarlo y era la tercera o cuarta, imaginate lo que demoré”. Me acuerdo que ese partido había una cantidad de gente impresionante, pero no podía no regresar al vestuario. Aquella canción era “La sandunguita” del cantante e hincha de Danubio, Alex Stella.

Jadson subraya que “Danubio fue, es y será todo en mi vida. Desde el inicio en la pensión, la casita en Veracierto, las idas al Geant en bicicleta para ir a entrenar. Luego ni hablar que el sueño de concentrar, jugar en Primera y salir campeón. Aún sigo pendiente de todos los partidos, que jugadores llegan y cuales se van. Soy hincha de Danubio y lo voy a ser hasta el último día”.

Trayectoria: Danubio, Atlante, Lanús, Vasco Da Gama, Nacional y Rentistas.

También alzó copas con Lanús (campeón del Apertura 2007, primer título local de la historia del club granate) y Nacional.

El “Bocha”

Sus inicios -como el de la mayoría de los futbolistas danubianos- fue en las categorías formativas del club de la franja negra. Donde realizó una buena base, en 1964 arrancó en 5ª división, que era la categoría inferior por aquellos años. Entre 1965 y 1966, alternó en 5ª y 4ª división. Precisamente en este último año, conseguía para Danubio, el primer torneo de una 5ª división, al consagrarse Campeón Invicto del “Preparación”.

Con solo 17 años, sus destacadas actuaciones, posibilitaron la convocatoria en 1967 al plantel principal que dirigíaRafael Milans. También, en esa misma temporada es citado para defender la “celeste” en el Sudamericano Juvenil que se disputó en Paraguay, en el que Uruguay no tuvo un buen desempeño.

Quienes lo vieron jugar afirmar que el “Bocha” como le decían todos, era un “5” bastante completo… pretendiéndose decir “una mezcla interesante de temperamento y técnica”. Defendiendo a la Primera división de Danubio debió experimentar dos momentos diametralmente opuestos. La desazón del descenso de 1969 y la inmensa alegría, por el rápido ascenso al siguiente año, en la mejor campaña danubiana en la divisional “B”, obteniendo el 84% de los puntos.

Integró varios equipos franjeados que practicaban un fútbol de alta calidad, teniendo como compañeros a jugadores de la talla de los argentinos Otto Sesana y Ricardo Palma, así como también, “Rafa” Perrone, Gerardo Rodríguez, Horacio Franco, Juan Ascery, etc.

Fue protagonista fundamental en la primera victoria danubiana por el Campeonato Uruguayo frente a Peñarol por 2 goles a 1, allá por 1971, recibiendo de un matutino los siguientes conceptos: “Fútbol de titanes. Corrió toda la cancha. Gran rendimiento”.

Sus condiciones, lo llevaron nuevamente a la Selección Uruguaya, esta vez a la Mayor, defendiéndola desde 1972 hasta su transferencia al exterior en 1974.

Fue titular en todos los encuentros de la Eliminatoria para el Mundial de Alemania ’74, que Uruguay disputó con Colombia y Ecuador; jugando también un partido en el propio certamen mundialista.

En el año 1974, es transferido a Racing de Avellaneda, jugando para los albicelestes hasta fines de 1975, cuando “salta” al fútbol de México. En la tierra del tequila, vistió las casacas del Atlas, Puebla y Monterrey.

Once años después de su alejamiento, retornó en 1985 como ayudante técnico de Roberto Repetto, ex compañero en Danubio y se consagró nuevamente campeón de 5ª división, en esta oportunidad del Campeonato Uruguayo. Aquel fabuloso equipo que integraban: Moas, el “Pompa”, “Gallina” Da Luz, Ruben Pereira y “Pollilita” Da Silva, entre otros….

Varios años después, otro Cardaccio supo vestir con suceso la “5” danubiana, su hijo Víctor Alberto, quien obtuvo varios torneos en las divisiones juveniles, y que luego se fue a jugar a México.

Cardaccio sinónimo de temperamento y técnica al servicio de la Franja. En enero de 2015, el “Bocha” se fue de este Mundo… pero no lo olvidamos.

Un Timonel en el Danubio

Una zurda prodigiosa, la cabeza levantada, creación y prestancia son solo algunas de las tantas virtudes de este exquisito “10”.

Sergio Santín nació en el departamento de Salto el 6 de agosto de 1956 y el apodo de “Bocha” se lo ganó desde muy pequeño porque pasaba todo el día detrás de la bocha o pelota.

Su historia futbolística comenzó en el Club Atlético Universitario de su ciudad natal, para luego desembarcar en Danubio. Con la franja negra en el pecho debutó en 1977, defendiéndola en alrededor de 130 partidos.

Desde su botín izquierdo “dibujaba” sobre la cancha las mejores jugadas, con gran sutileza y precisión en la pegada para habilitar a los atacantes. Inteligente y rápido mentalmente, con pelota dominada era infalible. Además, fue un notable definidor.

Cuanto más difícil el partido… el “Bocha” aumentaba su nivel y protagonismo, esto lo transformó en ídolo indiscutido de los hinchas danubianos.

Con el club de la Curva de Maroñas, fue subcampeón de la Liguilla ´77, logrando la histórica primera clasificación danubiana a la Copa Libertadores de América, tras vencer a Nacional en finalísima.

En 1978 obtuvo el Balón de Oro a la “revelación” del fútbol uruguayo, premio que otorgaba el desaparecido diario “El Día”.

También integró el plantel que obtuvo el vice campeonato en el Torneo República disputado en 1979.A mediados del año 1980, fue transferido al fútbol colombiano, donde también brilló por más de una década. Aún hoy, es dueño de un récord que no ha sido superado, es el futbolista con mayor cantidad de goles mediante la ejecución de tiros penales, con nada menos que 64. En total disputó 451 encuentros y marcó 119 goles, defendiendo a los clubes Deportivo Pereira, Cúcuta, Atlético Nacional, América de Cali y Once Caldas. En la temporada 1984 -1985 jugó en Peñarol y en 1986 en el Santos brasileño.

Sus cualidades le permitieron alcanzar la selección mayor de Uruguay, con la cual disputó 18 partidos. Roque Máspoli lo hizo debutar (siendo jugador de Danubio) en 1980, en un amistoso frente al seleccionado peruano. Seis años después, convocado por el Profesor Omar Borrás, defendió la casaca celeste en el Mundial de México de 1986, jugando todos los partidos.

Tras finalizar su prodigiosa carrera como futbolista se recibió de entrenador y por algún tiempo trabajó en equipos colombianos, para luego integrarse al Cuerpo Técnico de su amigo Ricardo Gareca.

Sergio Santín, como lo definiera un periódico, fue… “UN TIMONEL EN EL DANUBIO”.

 

El Indio

Su garra, el cabello largo y azabache, sus facciones similares a nuestros Charrúas, le dieron origen al sobrenombre que llevará toda su vida, aunque con el tiempo haya cambiado su “look”.

Luis Enrique Malvárez Portillo, es su nombre completo, pero es más conocido por la hinchada danubiana simplemente como el “Indio” Malvarez.

Fue un jugador diferente con técnica, fuerza y un temperamento que salía de lo común, que lo catapultó a la categoría de ídolo.

Nacido en 1960 en el barrio Jardines del Hipódromo, lo llevaron a vestir, primero, los colores albiverdes del club “Primavera” de Baby Fútbol, para luego dar el salto e ingresar en las divisiones juveniles de Danubio.

Un hombre que sin dudas puso todo de sí, dentro y fuera de la cancha, para llegar… tal vez por eso triunfó. Sus grandes condiciones lo hicieron debutar en Primera división con solo 16 años en 1976, aunque se afirmó como titular, tres años después.

En 1977, como suplente, pero ingresando con asiduidad se consagró campeón del cuadrangular “Hugo Forno” y tres años después fue pilar fundamental en la obtención del vicecampeonato en el Torneo República.

Continuó la escuela de los Urbano Rivera, Tomás Rolan y el “Chico” Moreira, que es lo mismo que decir, de grandes laterales derechos, “jases” para los más veteranos, que dio Danubio al fútbol uruguayo.

Como sus antecesores llegó a la Selección Mayor uruguaya en el año 1980.

La exótica Corea del Sur, también disfrutó de sus virtudes allá por 1981, cuando Danubio participó de la Copa Presidente y obtuvo el 4° puesto.

En 1982, fue transferido a Estudiantes de La Plata, equipo donde jugó 5 años hasta que fue vendido a San Lorenzo de Almagro; posteriormente defendió a Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Nos quedará por siempre el recuerdo de aquel partido en Jardines frente a Peñarol, en que el árbitro debió detenerlo, para que el “Indio” fuera atendido, ya que él no quería salir, pese a sangrar abundantemente de sus fosas nasales, por recibir un codazo de un rival.

Tuvimos la suerte de verlo jugar, pero nos sentimos mucho más afortunados por haberlo conocido personalmente porque es un gran ser humano.

El “Indio” puso siempre todo de sí, dentro y fuera de la cancha, por eso, simplemente por eso…. triunfó en la vida.

El Guaito

Washington Victoriano Manghini fue un notable futbolista, dueño de una excelsa jerarquía. Quienes lo vieron jugar, jamás lo olvidaron. Sin dudas, está entre los mejores jugadores danubianos de la historia.

“Guaito” o “Waito” tal su apodo, seguramente derivado de una deformación de Washington, debutó en el equipo principal de Danubio en 1953, que era dirigido por Alejandro Morales.

Al año, ya se consagraba subcampeón del Campeonato Uruguayo de la “A”, integrando un equipo fenomenal que logró desplazar a uno de los equipos “grandes”, lo cual, por aquellos tiempos era hazañoso. Dirigido por “Nino” Corazo, el “cuadro” habitualmente formaba así: Maceiras en el arco, Correa, Argenti; Urbano Rivera, Lezcano y Manghini; Auscarriga, Romero, Burgueño, Bentancor y la “Gata” Martínez. También ingresaban “Pelo” Rodríguez y Melgarejo.

Este segundo puesto fue el premio al esfuerzo y la calidad del plantel, que aún jugaba como local en el Parque Forno, todavía no se había construido el Estadio Jardines del Hipódromo – María Mincheff de Lazaroff. 

En 1955, integró la delegación de la franja que participó de una inolvidable gira por varios países de Centroamérica y México, que duró más de dos meses y en la cual disputaron 18 encuentros, de los cuales, ganaron siete, empataron seis, perdiendo los 5 restantes.

Manghini, se entendía a la perfección, con Héctor “Tito” Argenti, quien lo cubría cuando subía por el lateral izquierdo. De aquel formidable Danubio, dicen que “salía del fondo en forma por demás prolija”.

También dijo presente, en la primera gran actuación danubiana en el Torneo Competencia de 1958, cuando consiguieron el vice campeonato. (30 años después Danubio se alzó con el título de campeón)

En las postrimerías de su trayectoria con la franja negra al pecho, colaboró para la obtención del título de Campeón Uruguayo de la “B” de 1960, que posibilitó el retorno de Danubio al círculo de privilegio del fútbol uruguayo, que había descendido el año anterior.

Sus destacadas condiciones lo llevaron a vestir la gloriosa camiseta celeste en dos Campeonatos Sudamericanos, los de 1956 y 1959.

Hugo Bagnulo, fue el que lo hizo debutar en el seleccionado uruguayo, fue para el torneo de 1956, disputado en Montevideo y en el que Uruguay se consagró campeón. Danubio fue el equipo que aportó más futbolistas, a saber: Julio Maceiras, Carlos Correa, Washington V. Manghini, Alfonso Auscarriaga, Fernando Rodríguez y Oscar D. Melgarejo.

Fue convocado nuevamente, esta vez por Juan Carlos Corazo, para disputar el “Sudamericano Extra” de 1959, siendo en la oportunidad el único danubiano en el plantel. El torneo se jugó en Ecuador y Uruguay fue nuevamente campeón.

Washington Manghini, un crack, jugador histórico de Danubio y de Uruguay.

Cumplió el sueño que tenemos todos

Armando Olivera: Del capitanato del cuadrito barrial a jugar en la Primera división de la AUF.

El apellido Olivera es casi un sinónimo de Danubio, y es lógico, si está asociado a la historia del club de la Curva de Maroñas desde la fundación. El mayor de los hermanos, Alcides, fue colaborador, dirigente y el primer historiador. Mientras que, Armando junto con el otro hermano… Álvaro, fueron los principales aliados de los Lazaroff en la idea de crear el cuadrito de fútbol, dando así origen a una de las tantas y maravillosas historias danubianas.

Fundado el club, ya bajo el nombre de Danubio, luego del frustrado “Tigre” comienzan las primeras actividades deportivas y llega el primer e importante acontecimiento: se toman revancha del equipo de la Plaza de Deportes N° 5 al que derrotan por 2 a 0. Tras jugar durante todo 1933 en partidos de “campito” con equipos integrados por jóvenes de su misma edad, en 1934, intervienen en un campeonato en la categoría Menores organizado por la Plaza de Deportes N°5 de la Unión.

Danubio ganó el torneo, podría decirse de la mano de Armando, pues comentan que era indudablemente de los que la “movía mejor”, y además era el capitán del equipo.

Sin dudas, aquel logro les dio fuerzas para encarar una nueva etapa la del peregrinaje por los barrios.

Armando volcado sobre el ala izquierda, era de los que siempre decía presente.

Defendió la casaca danubiana en el Torneo de Menores de 1935, y en los campeonatos de las Ligas: Parque Rodó, Cordón, Centenario, Reducto y Bario Olímpico a comienzos del año 1939. En este último campeonato que se jugaba en la cancha ubicada en la terminación de la calle Sarandí, donde nace la escollera, Danubio no sólo alcanzó el título en forma brillante, sino que demostró a propios y extraños, que los torneos de barrio ya le quedaban chicos.

En 1941 quienes dirigían los destinos del club, deciden acertadamente inscribirlo en la AUF, pero esto motivó que varios futbolistas que defendían los colores danubianos en torneos barriales, debieran alejarse ya que sus fichas pertenecían oficialmente a otras instituciones, entre ellos Armando que jugaba en las “inferiores” de Wanderers. Algunos años después el destino trajo la vuelta de los hermanos Olivera. Danubio ya militaba en la “B” y en poco tiempo ayudaron a alcanzar un sueño que traían desde que eran niños: ¡¡Ascender a la Primera Profesional!!

El último partido de aquella formidable campaña, fue el 7 de diciembre de 1947, ante Racing y fue victoria danubiana por 2 a 1 y Armando fue fundamental, le cometieron un penal que Romero transformó en gol y en el segundo tiempo, convirtió el tanto de la victoria, uno de los más importantes de la historia franjeada ya que permitió -por primera vez- el ascenso a la “A”.

Armando defendió a la franja alguna temporada más, participó de la primera victoria internacional el 25 de mayo de 1950 frente a Boca Juniors en Buenos Aires por 3 a 1 y fiel a su costumbre resultó fundamental en el triunfo, le dio el primer gol a Romerito y el tercero a Ortiz.

Muchos años después, supo ser, por única vez, dirigente para cerrar una envidiable trayectoria danubiana. Pero, por si algo le faltaba a su destacadísima vida junto al club que ayudó a crear, en 1999 fue distinguido como Socio Honorario.

Hasta su muerte ocurrida en noviembre de 2002, se lo podía encontrar en cualquier cancha de cualquier punto del país, acompañando a “su” Danubio.

Anécdota:

“En 1950, estuve por pasar a Boca Juniors fue cuando jugamos ante ellos, porque Lazzatti se iba a dirigir al equipo principal boquense. Jugamos en Ferro, hicimos un gran partido, ganamos 3 a 1, y yo anduve bárbaro, di dos goles. Los dirigentes estaban muy interesados, querían que me quedara, pero cuando les dije que tenía 28 años, no me llamaron más”.

Fecha de nacimiento: 23 marzo de 1922

Lugar: Montevideo

Trayectoria: Wanderers (1941- 1943) Danubio (1944-1951)

Comenzó fundando un club muy modesto de barrio, al que defendió en las Ligas barriales, y ya en los torneos de la AUF, en la “B” y la “A”… ¡Cumplió el sueño que tenemos todos!

Símbolo de calidad

El “Rafa” se vinculó a Danubio cuando lo llevaron a la inauguración del Estadio Jardines del Hipódromo, desde ese día su corazón comenzó a latir en blanco y negro.

Asombraba con su calidad en el club de Baby Fútbol Campo Survo, hoy renombrado Estudiantes de la Unión y no sólo llamaba la atención, sino que más bien… deleitaba. Quienes lo vieron jugar, dicen que fue uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol infantil.

Lo fueron a buscar de otros clubes, pero él ya lo tenía decidido, quería jugar en Danubio, a los 12 años fue a probarse y con 13 comenzó a jugar en Quinta división. Pero fue fugaz su estancia en las categorías juveniles, tan solo dos años después, su innegable talento lo catapultó al equipo de Primera.

El “Magnate” Rodríguez -siempre muy vinculado a la faz deportiva danubiana-, fue el que insistió para que lo ascendieran y lo hizo ver por dos técnicos experimentados: José “Pepe” Etchegoyen y el “Pulpa” Etchamendi.

Los veteranos entrenadores aprobaron la iniciativa y el “Rafa” debutó con 15 años, en el Parque Rivero ante La Luz por el Campeonato Uruguayo de la “B” de 1970.

En aquel plantel estuvo -protegido- porque había jugadores mayores como Hamilton Rivero, el “Pelado” Repetto, Ruben Ángel Cabrera, Horacio Franco, Alberto Cardaccio y Juan Asceri. Aquel grupo, también contaba con juveniles de gran calidad como Lorenzo Carrabs, Gerardo Rodríguez y, entre todos, lograron el ansiado ascenso a la “A”.

Con su debut en el equipo principal, el mundo del fútbol conoció a un volante ofensivo de mucha calidad y los hinchas danubianos a uno de los mejores futbolistas de la historia del club. En Danubio permaneció hasta 1975.

Lamentablemente su carrera como jugador fue corta, por propia decisión y tras jugar en Olympiacos de Grecia (desde donde se volvió sin cumplir el contrato costándole una suspensión), San Luis de Potosí (México) y Nacional, se retiró con solo 26 años.

Muchos años después, retornó al club de la franja como entrenador de Divisiones Juveniles, desempeñándose durante más de 15 años y luego ocupó el cargo de Coordinador de todo el fútbol juvenil.

En el año 1994, dirigió el equipo principal danubiano, integrando así, el selecto grupo de aquellos que alcanzaron a defender al club de la Curva de Maroñas, como futbolista y entrenador.

Finalmente, creó la denominada “Escuelita” donde captaba y formaba jugadores, transformándose decididamente en un descubridor de talentos.

El “Rafa” siempre destacó la importancia que tenía para su vida el club, “Danubio es todo”, decía. El trabajo era también parte de su vida y le alegraba cuando veía triunfar a alguno de sus discípulos.

Rafael Perrone, fue jugador, entrenador y descubridor de talentos, tras su partida en setiembre de 2022, ahora, también es una leyenda danubiana.

Urbano Rivera

Riverita, forma parte importante del fútbol uruguayo. Gran futbolista que en su carrera solo vistió dos camisetas la de Danubio y la “celeste”.

Este hombre de físico pequeño, pero de corazón grande, forma parte importante de la historia danubiana. De grandes condiciones, tanto humanas como deportivas.

Nacido en plena Curva de Maroñas, allá por 1926, se entreveró desde muy pequeño, en los ya existentes baldíos de las calles Pavón y Smidel, cuando se jugaba con la “de goma”. 

En el año 1944, llega a Danubio, que había ascendido a la Primera “B” y buscaba jugadores jóvenes para reforzar los planteles. Los dirigentes franjeados le “habían echado el ojo”, le hablaron y ese mismo día lo ficharon.

A poco de llegar, se consagra campeón del primer torneo de Tercera Especial, obtención más que valiosa, ya que nuestro club militaba en la divisional “B” y se jugó frente a los equipos de la “A”.

Comenzó jugando de “centro-half” con un cinco grandote en la espalda, pero después pasó de half derecho puesto que no abandonaría en toda su carrera. Sin embargo, con solo 19 años, hizo su debut en primera frente a Cerro todavía como número “5”, Su ingreso definitivo en el primer equipo fue en el año 1947, consagrándose doble Campeón en la divisional “B”, del torneo Preparación y del Campeonato Uruguayo.

Al año siguiente DANUBIO, debuta en el círculo de privilegio venciendo a Peñarol 2 a 1, por el Competencia y es dada su importancia histórica, uno de los encuentros más recordado por todos los danubianos, y hasta por el mismo Urbano, según lo ha manifestado, lo cierto es que, jugó y muy bien marcando punta derecha.

Sus excelentes actuaciones le posibilitaron llegar en ese 1947 por primera vez a la selección, con sólo 21 años, en una época que para vestir la “celeste” había que ser buena de verdad, pero la famosa huelga de futbolistas dejó trunca la actividad. Retornó al seleccionado para disputar el campeonato sudamericano de 1953, en el que Uruguay fue 3° y quedó, con otro danubiano Julio Maceiras, en el plantel definitivo que viajó al mundial de Suiza en 1954.

Urbano tal vez por ser del barrio, primero simpatizó y luego se identificó para siempre con Danubio y decía: “La satisfacción más grande que tuve fue en 1947 cuando logramos clasificarnos campeones de la “B”. La otra fue cuando alcanzamos el primer triunfo ante Peñarol en 1948. Hay cosa que uno no puede olvidarlas de ninguna manera. Hugo Forno vino a hablarnos al vestuario poco antes de empezar el partido. Nosotros habíamos ascendido recién a Primera. Teníamos que darlo todo. Jerarquizar el nombre casi desconocido para los habitantes del Estadio. Y lo dimos todo. Dejamos el alma en la cancha. Le ganamos a Peñarol dos a uno. Y el golazo del “Poroto” Britos, que nos dio la victoria lo grité con toda el alma”.

Pocos años después, integró el excelente plantel que consiguiera en 1954 la primera gran alegría danubiana en Primera división, la obtención del subcampeonato en el “Uruguayo”, un puesto de gran valor para la época. Aquel equipo formado, entre otros, por Maceiras, Melgarejo, Burgueño, Romero, Fernando Rodríguez, “Carcajada” Correa (con quien se entendía de memoria en la cancha y fuera de ella) y la “Gata” Martínez.

Urbano es parte destacada en la historia del club por varias razones, defendió al club por 10 temporadas, se consagró campeón en el primer torneo de Tercera división, además jugó en el bautismo danubiano en la “A”, fue subcampeón del Campeonato Uruguayo, participó de la recordada gira danubiana de 1955 y por sobre todas las cosas… porque sólo vistió las gloriosas camisetas de Danubio y la selección uruguaya.

(Fuente. Estrellas Deportivas – El Diario)

Fecha de Nacimiento

2 de abril de 1926

Lugar: Montevideo

Fecha de Fallecimiento:

21 de julio 2003

Trayectoria

Juveniles de Danubio 1944 y 1945, Danubio primera división de 1946 a 1956

Selección uruguaya en el sudamericano de Lima de 1953 y Mundial de Suiza en 1954.

Títulos

 Campeón Torneo Preparación “B” 1947. Campeón Campeonato Uruguayo “B” 1947. Vicecampeón Uruguayo 1954 de Primera división.

El golero niño

Un día cualquiera de 1970, dos dirigentes danubianos, prácticamente lo secuestraron del aula del Liceo N°20 de Malvín para decirle que estaba citado por el entrenador de Primera división.  A partir de ese momento, pasó a ser el “golero niño”, tal como lo identificó el ambiente del fútbol, pues con sólo 15 años debutó en el equipo principal de Danubio.

Así comenzó su carrera con el buzo N° 1 del equipo de la franja, el cual llevó -en dos etapas-  durante 9 temporadas, como titular indiscutido, solo superado por el legendario Julio Maceiras que defendió el arco danubiano durante 13 años consecutivos.

Danubio estaba en la “B” y el objetivo era el ascenso. Iban cinco o seis fechas y los dos arqueros estaban lesionados, entonces el popular “Magnate” Rodríguez, que por aquellos tiempos “manejaba” todo el fútbol de la franja, le sugirió al entrenador Rodolfo Zamora que probara al “pibe” Lorenzo Carrabs.  

“Calabaza”, como también le decían, que se destacaba por sus reflejos y arrojo, ya sabía de jugar en alguna categoría mayor, pues con edad de Quinta división supo jugar en Cuarta y hasta en Tercera.  La idea que parecía una locura se transformó en un gran acierto y con aquel quinceañero bajo los tres palos, Danubio se consagró Campeón y volvió al círculo de privilegio que había dejado el año anterior.

Desde aquel sorprendente debut por el campeonato de Segunda división ante Progreso en el Abraham Paladino, prácticamente nunca abandonó el arco danubiano. Durante esas ocho temporadas, jugó alrededor de 200 partidos oficiales, transformándose en un verdadero símbolo del club, por profesionalismo y adhesión a la causa.

Según él ha comentado, el mejor equipo que integró fue con Juan Ascery, Gerardo Rodríguez, Carlos Cabrera, Alberto Cardaccio, Otto Sessana, Pedro Kraus, Ricardo Palma, Roberto Repetto, Hamilton Rivero y Horacio Franco. (equipo de comienzos de la década del 70)

Sus buenas performances bajo los tres palos danubianos le permitieron alcanzar la “celeste”. Con la Selección Juvenil concurrió al Campeonato Sudamericano de 1974 jugado en Chile y que Uruguay fue vicecampeón. Mientras que con la Mayor a la que fue convocado varias veces, disputó la Copa del Atlántico de 1975.

Para coronar su actuación en el club de la Curva de Maroñas, integró el histórico equipo que, en enero de 1978, logró la primera clasificación a la Copa Libertadores de América, eliminando a Nacional en inolvidable final. Inmediatamente de finalizada la Liguilla, fue transferido al Junior de Barranquilla. El destino quiso que a pocos meses de abandonar el club de los hermanos Lazaroff, increíblemente debió enfrentar a sus excompañeros, ya que su nueva institución fue rival de los danubianos en la Libertadores.

A partir de ahí, comienza una larga y exitosa carrera en el fútbol colombiano donde alcanzaría a disputar más de 600 partidos oficiales. Luego de dos temporadas en el conjunto “Tiburón”, pasó al Atlético Nacional de Medellín al cual defendió hasta 1986 inclusive. Retornó a Junior para defenderlo hasta 1989.

En 1990, Danubio designa como entrenador de su equipo principal al ex futbolista danubiano Julio A. Comesaña y éste, posibilita -tras doce años- el regreso de Carrabs al arco de la franja. Ambos habían sido compañeros como futbolistas tanto en Danubio como en Junior.

Tras un año de custodiar, por última vez el pórtico danubiano, tuvo un pasaje de una temporada por Nacional y luego defendió a Deportivo Maldonado desde 1992 a 1996, cuando se retiró como futbolista.

Al colgar los guantes, comenzó a desempeñarse como ayudante técnico y entrenador de arqueros destacándose su pasaje por la Selección Juvenil de Uruguay 1997-2000, Selección Mayor de Uruguay en Copa América de Paraguay y Preolímpico de Brasil, Selección juvenil y mayor de Ecuador 2005-2006. Integró el Staff técnico del “Tri” en el Mundial de Alemania 2006.

A lo largo de estos años y como era de esperarse, volvió al club de sus inicios. En primera instancia, en el año 2003 integrando el Cuerpo Técnico de Roberto Roo, antiguo compañero de planteles danubianos de mediados de los años setenta. Y desde hace un par de temporadas, inicialmente, trabajando con los arqueros de las categorías formativas y en la actualidad, también, con los de Primera división.