Por las calles del fútbol III. “El capitán más grande de la historia”.

Así títuló la prestigiosa pluma de Diego Lucero al ejemplar N° 25  de Estrellas Deportivas que produjo en memoria de José Nasazzi a los diez años de su desaparición física en 1978. Una definición exacta de lo que representó uno de los principales responsables de convertir al balompié oriental en uno de los más prestigiosos del mundo. Ningún otro futbolista que asumió el honor de capitanear a la selección de su país conquistó 3 campeonatos del mundo de forma consecutiva y en tan solo 6 años. Un palmarés sobresaliente que completó con 4 Campeonatos Sudamericanos junto a los torneos obtneidos en el ámbito de la competición local. Pero sus éxitos no solo se tradujeron en trofeos y medallas porque su legado sigue plenamente vigente. Nasazzi definió el modo de ser del jugador uruguayo y estableció el orden de requisitos que debe tener cualquier futbolista que aspire a sucederlo en el porte del brazalete celeste. Un  deportista que integró la elite mundial en su tiempo pero que se mantuvo fiel a las raíces  del barrio que lo recuerda cada día con una de sus calles.

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Julio “banana” Maceiras

Protagonista destacado de la historia de danubiana, es uno de los grandes futbolistas de todos los tiempos. En su época participó en los hechos más gloriosos del equipo de la franja negra. Ejemplo para compañeros por su capacidad, responsabilidad y conducta profesional. Defendió a Danubio durante 13 años como titular indiscutido, 8 de los cuales lo hizo como capitán. Jamás fue expulsado de una cancha. Fue campeón uruguayo de la “B” y subcampeón en el “círculo de privilegio”. Con la selección uruguaya concurrió a un mundial y se consagró campeón sudamericano.

Nació en Ejido, entre Uruguay y Mercedes, pero a los 5 años, su familia se mudó a Minas entre Paysandú y Cerro Largo. Allí en los baldíos existentes de la zona, denominada como “Barrio Estación” comenzó a desarrollar su personalidad futbolística. Sus excelentes condiciones le permitieron saltar la escalera de equipos que obligatoriamente debían realizar todos los demás y pasar a jugar directamente en el equipo fuerte del barrio, el Alacrán. Jugó poco en este equipo porque lo vinieron a buscar del “Yatay”, de donde se fue a las formativas de Wanderers.

En 1947 el club de la Curva de Maroñas se lo compró a los bohemios en mil cien pesos y a partir de allí comenzó una carrera intachable. Como dijimos, jugó 13 años como titular indiscutido, 8 de ellos como capitán del equipo, jamás resultó expulsado, siendo siempre protagonista de lujo.

Al poco tiempo de su llegada, se consagró Campeón Uruguayo de la “B” en 1947. Al año siguiente participó en el histórico debut danubiano en la divisional “A”, con victoria frente a Peñarol por 2 a 1. Lógicamente defendió el arco en el partido despedida al “Pibe de Oro” Ernesto Lazzatti, oportunidad en la que Danubio obtuviese su primera victoria de carácter internacional en suelo extranjero, al ganarle al poderoso Boca Juniors por 3 a 1. Tampoco podía estar ausente en aquella gloriosa campaña danubiana que lograse el primer subcampeonato uruguayo en 1954, ni de la inolvidable gira por Centroamérica y México realizada en 1955.

Su extenso pasaje con el buzo danubiano, lo marcó para toda la vida, ya que siempre expresó que se sentía plenamente identificado con el club de los Lazaroff. Aseguró además que, gracias a Danubio tuvo la fortuna de conocer a verdaderos patriarcas del fútbol uruguayo como Hugo Forno, Antonio Souto, Nascelle Rusch y Luis Marmo, personas que recordaba con gran cariño. Pero fundamentalmente, jamás olvidó que tuvo la dicha de conocer a un “Señor del Fútbol” como Ernesto Lazzatti.

En la década del 50, inmejorable en jugadores de calidad del fútbol uruguayo, “Banana” llegó a la selección uruguaya, integró el plantel que disputó en 1954 el Mundial de Suiza y dos años después se consagró Campeón Sudamericano, torneo disputado en Montevideo.

Comenzó su carrera como entrenador en Danubio, cuando ya quemaba sus últimas etapas de futbolista, como ayudante de Enrique Lupíz en el año 1958.

Julio Maceiras, un Grande dentro y fuera de las canchas. Indudablemente uno de los más grandes arqueros que dio Danubio al fútbol uruguayo, precursor de los Carrabs, Zeoli, Seré, Carini, etc.

Fecha de nacimiento:

22 de abril de 1927

Lugar: Montevideo, Uruguay

Fecha de fallecimiento: 6 de septiembre de 2011

Trayectoria como jugador:

Divisiones juveniles de Wanderers, Danubio de 1947 a 1959. Se retiró

con 33 años en el club Joanicó de Canelones en 1961.

Integró la selección que disputó el Mundial de Suiza en 1954 y el sudamericano de 1956.

Títulos como jugador

Campeón Uruguayo “B” 1947, Vicecampeón Uruguayo 1954. Vicecampeón Torneo Competencia 1958.

Campeón Sudamericano de 1956, con la selección mayor.

Campeón departamental con Joanicó (Canelones)

Trayectoria como entrenador principal

El Tanque (1961) La Luz (1962 a 1966)

Nacional (1966 -1968) La Luz (1970) Fénix (1971) Central (1971 a 1973)

Selección de Soriano (1973) Asencio de Mercedes (1976) Selección Florida (1977) Progreso de Atlántida (1979) Selección de la “B” (1977)

Títulos como entrenador:

Campeón de Intermedia con La Luz en 1962

El goleador olvidado

Héctor Sena Puricelli (AC Milan) sale al cruce del defensor.

Con el advenimiento del profesionalismo en Italia en 1929, fueron numerosos los jugadores uruguayos que se vieron tentados por las liras del país de la bota y por la aventura de medirse en el -a esas alturas- fútbol más poderoso del continente europeo.

Los que viajaron a Italia de forma casi permanente en los años treinta no fueron solamente orientales a los ojos de la Liga local, sino que, a sus efectos, fueron connacionales, ya que su condición de oriundi-es decir, descendientes directos de ancestros italianos- así lo marcaba.

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Siembra y cosecha

En la actualidad, es un hecho común que un futbolista uruguayo sea máximo anotador en cualquiera de las ligas más importantes del mundo.

Tan normal se ha vuelto que los orientales no han dejado con cabeza ni a la Serie A ni a la Liga de España ni a la Premier League y, mucho menos, a la Ligue 1, la Liga de Portugal y la Eredivisie.

Y fueron tres los jugadores que nos malacostumbraron: Diego Forlán, Luis Suárez y Edinson Cavani, tres referentes que ya se transformaron en leyendas vivas de nuestro balompié. A ellos, hoy se les añade un sucesor: Darwin Núñez.

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De aguatero a centre-half

Luis Alberto Delgado o “Coco” –como le decían todos- pasó su vida junto al club de sus amores. Su historia es de esas que regalaba el particular e incomparable fútbol uruguayo. Protagonista de un sueño que muchos tienen y pocos concretan.

De cumplir la función de aguatero de los muchachos danubianos que participaban en los diferentes campeonatos de las Ligas de barrio a vestir la “5” del primer equipo.

La carrera de Delgado fue de la mano con el paulatino crecimiento de Danubio. El club pasó de competir en los torneos barriales a ingresar en la A.U.F. y el “aguatero” se fue transformando en futbolista.

Danubio fue dejando atrás la Extra, Intermedia, Primera “B” hasta alcanzar el “círculo de privilegio” y el ahora joven centro medio comenzó poco a poco a cristalizar su sueño, vestir la casaca con los colores de su corazón.

Ya en el año 1949, se adueñó de la titularidad y del capitanato del equipo franjeado de 4ª división, que obtuvo el vice campeonato en el torneo “Gravigna Ortiz”. Un año después ingresó en Tercera, siempre como eje medio y capitán y en 1951 se mantuvo en la misma categoría, pero ya con alguna participación en los partidos de la Reserva.

“Coco” tuvo como espejos -en su posición- a dos fenómenos como Ernesto Lazzatti y Néstor Carballo. Cuando jugaba en 4ª. División, una mañana, Ernesto Lazzatti se largó al Parque Hugo Forno, para ver de cerca de quién se decía, llegaría a ser su reemplazante…. “Que desgracia la mía justo aquella mañana, jugábamos contra Defensor y me expulsaron…. Ni qué decir que salí de cabeza gacha, eludiendo la mirada de Lazzatti. Sin embargo, no me lo reprochó, al contrario, me dijo que me serviría de lección… desde aquella vez nunca más me expulsaron de una cancha.”

Delgado no fue ascendiendo de categoría por su incuestionable adhesión al club sino por sus innegables condiciones como futbolista. Y por fin su sueño se concretó…

Debutó en el equipo principal el 16 de diciembre de 1952, frente a Sud América y permaneció en el equipo hasta el final de ese Campeonato Uruguayo.

“Coco” recordaba su debut así… “ese día y el que Danubio subió a Primera División (1947) son los dos recuerdos más gratos de mi vida…”, indudablemente sus expresiones pintan su profundo sentimiento por el club de la Curva de Maroñas.

En 1954 integró el plantel que logró el subcampeonato en la Copa Uruguaya, repitiendo -cuatro años más tarde- ese segundo puesto en el Torneo Competencia. En 1960, ya en el ocaso de su carrera, dijo presente en el equipo que logró el ascenso a la “A”.

Si bien, tras varios años de defender a la franja, jugó en otros clubes uruguayos, jamás se alejó sentimentalmente de su amado “cuadrito”.  Ya retirado, fue un ferviente parcial danubiano, que junto a su señora acompañaba al equipo en todas las canchas uruguayas.

Su identificación y trayectoria con el club lo llevó a ser designado por la Asamblea de Socios como Socio Honorario.

Falleció en el año 2006 y pasó a integrar la galería de Leyendas danubianas. Fuente consultada: “EL DIARIO” (1953)

Leyenda ovalada. “Estás a un minuto del mundial”

Esa fue la respuesta del referee irlandés Alan Lewis cuando Diego Ormaechea le preguntó cuánto faltaba para que finalizara el partido en Casablanca. El capitán no lo dudo y pidió lanzamiento a los palos para sellar el pasaporte al Mundial de Gales de 1999. Sciarra ejecutó el penal y sumó los últimos 3 puntos que determinaron el resultado final de la llave. Los Teros se impusieron por un marcador global de 36 a 24 para clasificar por primera vez a la gran cita global de este deporte. Un verdadero “Maracanazo” ovalado que catapultó al rugby uruguayo amateur al máximo nivel de competencia profesional. Un ejemplo contundente de que la rica gloria celeste también se forjó en base a los éxitos obtenidos jugando con otra pelota.

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Los Rentistas que trabajan por la gloria

Los 88 años encontraron a los Bichos Colorados en su mejor momento deportivo. El plantel superior masculino pateó el tablero de la lógica de nuestra competencia local al coronarse campeón del Torneo Apertura el 14 de octubre de 2020.  El desempeño de la segunda parte de la temporada no se correspondió con lo hecho al principio  pero el rojo volvió a dar la nota al vencer al virtuoso Liverpool en la semifinal del Campeonato Uruguayo. Los 3 penales atajados por Rossi le dieron el pase a la gran final y su primera clasificación a la mítica Copa Libertadores de América.  Rentistas, al igual que en sus albores, quiere seguir creciendo a través de la conquista de nuevos territorios inexplorados. En los años 40, la aventura consistió en dejar la liga barrial para afiliarse a la AUF. En pocos días, comenzará  su expedición por el mayor torneo continental.

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Por las calles del fútbol II. Entrañable “Negro Jefe”: su ubicación no se encuentra.

Es imposible no hacer referencia cada mes de julio a lo sucedido aquel día 16 de 1950. Rememorar el “Maracanazo” no es vivir del recuerdo ni mucho menos. Es una causa de estricta justicia con aquellos aguerridos deportistas que le demostraron al mundo que el fútbol es el más ilógico de los juegos y que las principales limitaciones son las que nos imponemos nosotros mismos.  Así lo dejaron en claro este grupo de heroicos uruguayos bajo el liderazgo futbolístico y emocional de Obdulio Varela en una de las mayores hazañas en la historia del deporte moderno. El heredero del brazalete de José Nasazzi fue un actor preponderante en la conducción anímica del equipo para obtener el cuarto título mundial en un período de 26 años. Una hazaña que nadie ha igualado hasta el presente.

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Raúl Bentancor

Su pasión fue el fútbol al que dedicó su vida. Fue un notable futbolista y luego excelente entrenador que los danubianos tuvieron la suerte de disfrutar.

Comenzó dribleando en el Guayaquí, un equipo formado por los botijas del barrio, luego –más en serio- jugó en Chacarita, Luz Oriental y La Enramada. En octubre de 1947, en un bar de Punta de Rieles, donde trabajaba, conoció a Vicente Bolumburu, por aquel entonces dirigente danubiano, quien le posibilitó ir al Parque Hugo Forno a mostrar sus virtudes.

En Danubio se encontró entre otros, con Hugo Bagnulo, quien en el ocaso de su carrera como jugador realizaba sus primeras armas como entrenador. Fue fichado y en poco tiempo debutó en la Reserva y sobre el final del Campeonato Uruguayo de la “B”, que Danubio ganó, jugó algunos partidos en el equipo principal.

En 1948 con Danubio ya en el “círculo de privilegio”, formó parte de un plantel verdaderamente de excepción: “Banana” Maceiras, Urbano Rivera, “Mingo” Sagastume, Romerito, el “negro” Larrosa, “Poroto” Britos, Perdomo, Armandito Olivera. En esa temporada no jugó regularmente, pero además el Campeonato Uruguayo no finalizó por la famosa huelga de futbolistas.

Un año después, se afianzó y fue una de sus mejores temporadas por lo menos en cuanto a goles se refiere, convirtiéndose en el goleador del equipo y quedando segundo en la tabla general con 15 anotaciones. Esta perfomance lo catapultó conjuntamente con Romero y Burgueño a la pre-selección uruguaya que se preparaba para el mundial de 1950, pero lamentablemente fue eliminado en la última depuración que hizo Juan López.

Retornó al seleccionado uruguayo para el Sudamericano de 1953 que se disputó en Lima, en el que Uruguay finalizó en 3er. lugar y para el histórico primer partido frente a la poderosa Inglaterra, que los nuestros derrotaran por 2 a 1 en el Estadio Centenario.

Bentancor era un jugador espigado, fuerte y guapo que sabía “mirar” la cancha, observaba al rival, y que siempre tenía la pelota debajo de la suela, para hacer la pausa y luego meter cambios de frente de 40 metros, pero además gran goleador., con la pinta de “crack”. Un hombre de perfil bajo. enemigo de las estridencias.

En 1954, Danubio consigue su primera gran colocación en un torneo uruguayo lograba el vicecampeonato y Raúl decía: “Del Danubio del 54 no me olvido más, “Banana” Maceiras en el arco, Correa, Argenti; Urbano Rivera, Lezcano y Manghini; Auscarriga, Romero, Burgueño, yo y la “gata” Martínez. También entraron “pelo” Rodríguez y Melgarejo. Un gran equipo dirigido por Corazzo. Una gran campaña y el segundo puesto fue el premio por nuestro esfuerzo. Danubio no tenía todavía los Jardines del Hipódromo y jugábamos en el Parque Forno. Gran equipo.  Hoy sería muy difícil ganarle. Romerito era extraordinario. Verlo jugar era un espectáculo, no había forma de sacarle la pelota. Y el “cumba” Burgueño era otro diablo y además tenía experiencia”.

Jugué en una época de grandes jugadores en todos los equipos y Danubio no era la excepción, había jugadores buenos en todos lados, y eso creo que se daba porque los fenómenos, se quedaban en el país, y entonces se convertían en ídolos a los cuales la muchachada quería imitar. Además venían grandes jugadores argentinos que nos enseñaban mucho. En Danubio por ejemplo tuvimos a Lazzatti, y también al “piraña” Sarlanga, el de Boca, el que hacía ala con Boyé. ¡Lo que era eso para los pibes !” , rememoraba Raúl.

Durante su extensa trayectoria danubiana fueron muchos (incluso del exterior) los interesados en llevarse al notable volante, pero Danubio al saber de su valía siempre lo cotizaba muy pero muy bien. Por lo tanto Danubio, fue su casa por 11 años. Al quedar libre por edad jugó en Wanderers hasta que lo vinieron a buscar del Sport Club de Recife donde le fue verdaderamente bien. Incluso allá, comenzó su carrera como entrenador, desempeñándose en varios clubes brasileños.

De regreso al Uruguay desembarcó en Danubio en 1971… “El viejo amor me esperó con los brazos abiertos y tuve la suerte de realizar dos grandes campañas (1971 y 1972) que me prestigiaron. Intenté que el equipo jugara el viejo estilo de toque y habilidad que siempre caracterizó a Danubio”.

Luego de un breve paréntesis, vuelve a conducir el plantel principal danubiano en 1975 y 1976, obteniendo en el primer año el Subcampeonato de la Liguilla. Mientras se disputaba la Liguilla del 76, fue llamado para dirigir la selección uruguaya juvenil, con la que obtuvo singular éxito, conquistando los Sudamericanos de 1977 y 1979, colocándola 4ª en el Mundial de Túnez y 3ª en el de Japón.

Luego del mundial japonés (1979) regresó a Danubio para salvarlo del descenso, lo logró y se fue. Volvió en 1985, siendo éste su último pasaje como entrenador danubiano. Con aquel equipo no solo logró puntear en las primeras fechas del “Uruguayo”, sino que por su distinguido juego, la prensa especializada denominó a Danubio como el equipo de los “franceses” por la similitud del juego desplegado con la exquisita selección gala, por entonces una de las mejores del mundo. En el año 2005 retornó -una vez más- al club de la franja, esta vez como asesor del fútbol juvenil, tarea que desempeñó hasta 2010.

Fuente: Estrellas Deportivas de EL Diario

Fecha de Nacimiento

Nació un 11 de enero de 1930

Lugar: Montevideo

Falleció: 3 de mayo de 2012

Trayectoria como jugador

Danubio 1947 a 1957, Wanderers 1958, Sport Club de Recife (Brasil) 1959 a 1964.

Títulos como jugador

Campeón Uruguayo “B” 1947. Vicecampeón Uruguayo 1954

Trayectoria como entrenador

Sport Club de Recife 1964, Trece Clube de Campina Grande 1965, Central (Caruarú) 1966, América (Recife)1967, Conquista Sport (Bahía) 1968 a 1969,  Victoria (Bahia) 1970. Danubio 1971-1972-1975-1976-1979-1985. Bella Vista 1973, 5 esquinas de Pando en 1974. Bella Vista (1980-1982-1983) Wanderers (1984) Juveniles Nacional (1986) Saprissa (Costa Rica) 1987-1988)

Selección Uruguaya juvenil 1977-1979-1981.También dirigió a la selección absoluta uruguaya en 1977, en los dos partidos que por eliminatorias le restaban disputar frente a Venezuela y Bolivia, después de quedar eliminado del Mundial de Argentina 1978. ​

Títulos como entrenador

Campeón Sudamericano juvenil en 1997 y 1979.

4° puesto Mundial Juvenil Túnez 1977 y 3° puesto Mundial juvenil Japón 1979.

Cerrito: un cuadro con alma de barrio

El equipo surgido en la esquina de León Pérez y Juan Acosta festeja sus 91 años y todos los vecinos lo celebran con orgullo. Nueve décadas repletas  de esfuerzos y sacrificios para que el cuadro salga a la cancha cada fin de semana y haga latir a los corazones bombeados por sangre verde y amarilla. Una historia fantástica en la que la pasión por el fútbol y el amor por el barrio se conjugan en una misma palabra.

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