Al momento de escribir estas líneas, restan menos de 40 días para el debut de la selección uruguaya en el mundial de Catar. Nuestra querida celeste integra el grupo H y se enfrentará a sus similares de Corea del Sur, Portugal y Ghana. De pasar a la siguiente fase, existe la posibilidad de cruzarse con el combinado brasilero en el camino que conduce a la obtención de la Copa del Mundo. Un representativo nacional al cual no podemos vencer hace 21 años por todo tipo de competencias a nivel de mayores (o selección absoluta como se quiere imponer ahora) en carácter oficial o amistoso. Sin embargo, esta no es la primera racha adversa de la Celeste frente a la verdeamarela ya que algo parecido sucedió entre los años 1960 y 1981. Dos décadas sin triunfos uruguayos que fueron interrumpidas por la gigante victoria uruguaya en la final de la Copa de Oro disputada en el Estadio Centenario. Es por ello, y si ambas escuadras pasan la fase de grupo, que la “mala suerte” de cruzarnos con Brasil puede representar una oportunidad inigualable para cortar con la presente sequía de triunfos ante nuestros hermanos norteños.
El heroico Maracanazo, la final del Mundialito o el penal del “Manteca” Martínez para la obtención de la Copa América de 1995 son algunos de los recuerdos de la memoria colectiva futbolera criolla en el historial frente a nuestros hermanos norteños. El fútbol es ese deporte maravilloso que reduce a su mínima expresión todas las asimetrías que puedan existir entre quienes lo protagonizan en un campo de juego. Una disciplina única que permite que un país de nuestro tamaño (evitándose utilizar el término “paisito” o cualquier otro diminutivo) pueda enfrentarse de igual a igual a un gigante del planeta en todas las dimensiones. La estadística oficial de la A.U.F establece que los norteños prácticamente nos duplican en victorias pero el fútbol uruguayo siempre tuvo la gran virtud, en la mayoría de los casos, de ganar aquellos encuentros trascendentales para la obtención de sus lauros. Hechos deportivos que representaron episodios traumáticos para los brasileños y que los condujeron a implementar decisiones drásticas. Una de ellas, y capaz que la más notoria, significó el cambio de color de la camiseta tras la derrota del 16 de julio de 1950.
El primer partido entre ambos combinados se disputó el 12 de julio de 1916 por el novel Torneo Sudamericano disputado en la capital porteña. El cotejo culminó con victoria celeste por 2 a 1 con anotaciones de Isabelino Gradín y José Tognola. A los 6 días, volvieron a jugar en el Parque Central y fue triunfo para ellos por 1 a 0 en un encuentro de carácter amistoso en el marco de los festejos por un nuevo aniversario de la Jura de la Constitución. Desde ese momento, el historial de uno de los grandes clásicos del fútbol mundial estuvo marcado por éxitos y frustraciones que llegaron a superar lo meramente deportivo en las dos naciones futboleras. Brasil nos ganó más de lo que nosotros lo hicimos a ellos con períodos hegemónicos bien delimitados en el calendario. Es cierto que la actual racha adversa es la más prolongada en el tiempo dado que no vencemos a los brasileños desde el 1 de julio de 2001. Pero existió otro extenso antecedente que perduró 20 años, 6 meses y 1 día. Este período de tiempo se desarrolló entre el triunfo uruguayo por 1 a 0 del 9 de julio de 1960 por la Copa Atlántico hasta la inmensa victoria por 2 a 1 del 10 de enero de 1981 en la inolvidable final de la Copa de Oro. Un largo tiempo de resultados negativos ante los brasileños que culminó de forma implacable con la obtención de un título oficial que solo ostenta nuestro balompié.
Desde el día de su sorteo, el fixture de Catar indica un posible cruce entre Uruguay y Brasil. Desde 1970 que ambos campeones no se enfrentan en un mundial
“20 años no es nada” (1960-1981)
Los años 60 y el principio de la década de los 70 fue un período exitoso del fútbol oriental en materia de buenos resultados obtenidos. La selección nacional ganó la Copa América de 1967 (a la cual no asistió Brasil), culminó en la 4° posición en México 1970 y clasificó de forma consecutiva a cuatro certámenes mundiales. A nivel de clubes, Peñarol y Nacional marcaron su liderazgo internacional con sus resonantes conquistas continentales y mundiales. Por su parte, en este mismo período Brasil no obtuvo ninguna Copa América pero si fue 2 veces campeón del mundo con la extraordinaria conducción futbolística de Pelé. A su vez, el Santos del prestigioso N° 10 también fue otro importante animador de la novel Copa Libertadores.
El 9 de julio de 1960 se enfrentaron en el Estadio Centenario uruguayos y brasileños por la segunda edición de la Copa Atlántico. El calendario de ese cuadrangular (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) se jugó a una ronda todos contra todos. El calendario marcó que uruguayos y brasileños se cruzaran en Montevideo y la Celeste se impuso por 1 a 0. Luego de ese partido del invierno del 60, pasaron 5 años para que ambas selecciones volvieran a cruzarse en un campo de juego. La ocasión se dio en un cotejo amistoso jugado el 7 de setiembre de 1965 en Belo Horizonte y culminó con un contundente 3 a 0 a favor del local. Posteriormente, le siguió la trilogía de la Copa Río Branco de 1967 en el Estadio Centenario. En tan solo una semana, algo que parece absolutamente incomprensible en función de los actual agenda futbolística, los únicos dos campeones mundiales sudamericanos de ese entonces se enfrentaron tres veces y no pudieron superarse en ninguno de esos encuentros. Al año siguiente, se dio la revancha en suelo visitante con dos partidos que terminaron a favor de ellos. Pero sin lugar a dudas, el mayor recuerdo de esta etapa fue la semifinal de la Copa del Mundo de México 70. Un match que partió mal desde su génesis con el repentino e injustificado cambio de sede que claramente los favoreció. En aquella tarde del 17 de junio en Guadalajara, ambos combinados nacionales pugnaban por el pasaje a la final, por su aspiración a obtener en propiedad el trofeo Jules Rimet y sin saberlo capaz en ese instante, por culminar de la mejor forma una etapa histórica. Para Brasil significó el final de un período glorioso marcado por una generación de cracks. En el caso charrúa, y con el correr de los años, representó el cierre de una etapa de protagonismo en las copas mundiales. La historia sería muy distinta a partir de Alemania 74 y tuvieron que pasar cuatro décadas para volver a llegar a una instancia semifinal de la máxima competición futbolística.
Los fixtures de los años 70 eludieron la concreción de uno de los grandes clásicos mundiales y solo hubo 4 partidos entre ambos contrincantes (2 en 1976 por las Copas Atlántico/Río Branco y otros 2 amistosos en 1980) con sendas victorias de los brasileños. Pero lo que distingue al fútbol uruguayo del resto del planeta es su enorme capacidad para ganar imponerse en jornadas épicas que marcaron la historia de este deporte. El verano de 1980/81 fue el momento elegido para llevar adelante el inédito torneo de campeones del mundo. Los ingleses, al igual que en 1930, no quisieron venir pero su ausencia no opacó un evento fulgurante. El Mundialito fue el encuentro de las mejores selecciones del mundo de ese momento y Uruguay se coronó campeón de forma inobjetable. Los integrantes de aquel equipo nacional asumieron la responsabilidad de ganar la copa y cumplir con la historia. Muchos campeones mundiales aún estaban presentes y no se los podía defraudar. Entre ellos, el director técnico Roque Gastón Máspoli. La hegemonía locataria en el Centenario, la necesidad de revertir opacas actuaciones anteriores y la estadística adversa ante el rival de turno en esa final, fueron elementos importantes que configuraron el contexto en el cual se desarrolló aquel partido. Jugadores y cuerpo técnico estuvieron a la altura de las circunstancias y Uruguay volvió a vencer a Brasil en una final a Brasil. “Quedate tranquilo Obdulio. Los muchachos no te van a dejar cambiar la historia” fueron las palabras que inmortalizó Víctor Hugo en su relato de aquella noche.
La mala racha del SXXI.
La tarde del 1 de julio de 2001 fue sumamente gris y fría. La ilusión de retornar a la fase final de la Copa del Mundo estaba intacta y el público abarrotó el Estadio como de costumbre. Tan solo habían transcurrido 7 años de la última visita norteña al Monumento Histórico del Fútbol Mundial para disputar la final del América del 23 de julio de 1995. Sobre la media hora de juego, el referee escocés Hugh Dallas sancionó penal a favor de nuestro seleccionado. Federico Magallanes asumió la responsabilidad y anotó el único gol de ese día en el arco de la Tribuna Colombes. Carini, Méndez, Sorondo, Montero, Guigou, De los Santos, García, Romero, Recoba, Silva y Magallanes fueron los elegidos por Víctor Púa para vencer al clásico adversario. Una victoria muy importante para llegar a Corea y Japón pero cuya trascendencia histórica superó a esa fase clasificatoria. Seguramente nadie pensó ese día, ni siquiera el mayor de los pesimistas, que aquel triunfo sería el último hasta el presente. En el transcurrir del SXXI, la Celeste culminó cuarta en Sudáfrica, revirtió otra estadística adversa frente a selecciones europeas por Copas del Mundo con las victorias ante Inglaterra e Italia en 2014, fue la mejor selección sudamericana en los mundiales de 2010 y 2018 y campeona de América en 2011. Tuvo a uno de los mejores tríos ofensivos del orbe compuesto por Forlán, Suárez y Cavani y llegó a estar segunda en el ranking FIFA. Pero con los brasileños se complicó realmente la cosa y ni el proceso de Tabárez pudo con la canarinha. Son 21 años de resultados adversos que tuvieron el registro de dos goleadas históricas en Montevideo en 2009 y 2017. Es verdad que las victorias estuvieron muy cerca de concretarse en la semifinal de la Copa América de 2007, en la misma instancia de la Copa de las Confederaciones de 2013 o en Pernambuco en 2016 cuando retornó Suárez tras su despiadada sanción.
El fútbol y la vida dan revanchas y nuestra querida y triunfante Celeste lo sabe. Una posible combinación de resultados puede ocasionar que se juegue un Uruguay vs Brasil por los octavos de final en Catar. Nadie quiere cruzarse con los norteños pero para los uruguayos, puede ser una gran oportunidad de quebrar la historia y consolidarse como candidatos a la conquista de la copa. Porque todos sabemos que cuando se juegan “las que duelen”, la mayoría son nuestras.
DATOS ESTADÍSTICOS (extraidos de auf.org.uy).
URUGUAY y Brasil jugaron 78 partidos en total por todo tipo de competición. 20 triunfos de URUGUAY. 20 empates. 38 victorias para Brasil.
Goles. 98 anotaciones para la Celeste. 142 anotaciones brasileñas.
Ángel Romano es el goleador histórico de Uruguay frente a su par brasileño con 6 anotaciones.
Roque Gastón Máspoli fue quien enfrentó más veces a Brasil contabilizando 12 partidos.
Por fase final de Copa del Mundo, uruguayos y brasileños se enfrentaron en 2 oportunidades. Brasil 1 URUGUAY 2. 16 de julio de 1950. Río de Janeiro. Brasil. Brasil 3 URUGUAY 1. 17 de junio de 1970. Guadalajara. México